La transferencia en psicología es un concepto clave que fue introducido por Sigmund Freud. Se trata de un fenómeno que se suele presentar durante la terapia, pero que también puede surgir en otras relaciones interpersonales.
La comprensión de la transferencia y sus implicaciones resulta esencial para las personas que trabajan en el ámbito de la salud mental, ya que esta puede influir de forma significativa en la dinámica terapéutica y, por consiguiente, en el proceso de cura del paciente.
Qué es la transferencia y qué significa este término
El significado del término “transferencia”, cuya etimología proviene del latin transferre, “transferir”, es un concepto central en psicología y psicoanálisis.
Se refiere al proceso mediante el cual un individuo transfiere inconscientemente emociones, deseos y expectativas que originalmente experimentaba hacia figuras significativas de su pasado (como los padres), a otra persona del presente, que a menudo es el terapeuta.
En la mente del paciente, esta transferencia de sentimientos puede dar lugar a una “relación inconsciente entre el psicoterapeuta y el paciente” e influir en el comportamiento y la percepción del individuo dentro del contexto terapéutico, lo cual lleva a revivir conflictos y dinámicas relacionales precedentes que están sin resolver.
La transferencia se considera un elemento esencial para la exploración terapéutica, pues permite sacar a la luz esas dinámicas escondidas y procesarlas, lo cual facilita el proceso de cura y de crecimiento personal del paciente.
La transferencia en psicología y psicoanálisis
La transferencia es un concepto fundamental tanto en psicología como, más concretamente, en psicoanálisis, y se considera un elemento clave dentro del proceso terapéutico. En los siguientes párrafos nos dedicaremos a explorar su significado y su uso en dichos ámbitos, partiendo de las ideas originales de Sigmund Freud para luego pasar a las interpretaciones y el desarrollo realizados por los autores sucesivos.
La transferencia según Freud
A finales del siglo XIX, Sigmund Freud, el fundador del psicoanálisis, fue el primero que identificó y describió la transferencia. Según Freud, la transferencia es un fenómeno inevitable que se produce cuando los pacientes transfieren sentimientos, expectativas y deseos, que originariamente estaban dirigidos hacia figuras importantes de su pasado (por lo general los padres), al terapeuta.
Freud observó que durante las sesiones psicoanalíticas, a partir del vínculo que se crea entre el psicoanalista y el paciente, los pacientes tienden a repetir y revivir sus conflictos infantiles no resueltos presentes en el inconsciente, y proyectan estas emociones en el terapeuta.
Para Freud, la transferencia consistía en revivir conflictos del pasado, lo cual, aun pudiendo complicar el proceso terapéutico, también representaba una oportunidad valiosa para comprender y resolver dichos conflictos.
Desde su punto de vista, trabajar utilizando la transferencia permitía al paciente adquirir una mayor consciencia de sus procesos inconscientes y facilitaba, por lo tanto, el proceso de cura.
La transferencia para los post-freudianos y los autores contemporáneos
Después de Freud, muchos psicoanalistas han seguido desarrollando el concepto de transferencia, explorando varios aspectos de este vínculo que se crea entre el psicoanalista y el paciente, e introduciendo nuevas perspectivas. Entre ellos, algunas de las contribuciones más significativas provienen de Carl Jung, Melanie Klein y Donald Winnicott.
- Carl Jung: amplió el concepto de transferencia, introduciendo la idea de “transferencia simbólica”, en la que lo que proyecta el paciente no solo refleja los conflictos personales, sino también los arquetipos colectivos y temas universales.
- Melanie Klein centró su atención en el rol de la transferencia en las primeras relaciones objetales y en los procesos de introspección y proyección. Según su visión, la transferencia refleja las dinámicas internas del mundo psíquico del paciente y sus relaciones con las figuras primarias.
- Donald Winnicott introdujo el concepto de “espacio intermedio” y subrayó la importancia del juego y la creatividad en la transferencia. Según él, la transferencia podía proporcionar un contexto seguro en el que el paciente fuera capaz de explorar y volver a procesar sus experiencias emocionales.
Los autores contemporáneos aún hoy continúan investigando sobre la transferencia, dado que reconocen su complejidad y su relevancia no solo en la terapia psicoanalítica, sino también en otros tipos de psicoterapia, como la psicoterapia psicodinámica.
Se insiste en la importancia de entender la transferencia en lo que respecta a las dinámicas relacionales actuales, así como al hecho de revivir conflictos pasados. Asimismo, se hace más hincapié en el concepto de contratransferencia, es decir, la respuesta emocional del psicoterapeuta a los sentimientos que transfiere el paciente, que puede proporcionar información útil adicional para el tratamiento terapéutico.
La transferencia y la contratransferencia influyen en la dinámica terapéutica y en la alianza entre el psicoterapeuta y el paciente.
Tipos de transferencia
La transferencia se puede manifestar de varias formas, cada una de ellas con características e implicaciones específicas para la terapia. Reconocer y trabajar utilizando los diferentes tipos de transferencia es esencial para el avance terapéutico, ya que permite afrontar y resolver los conflictos emocionales profundos del paciente.
A continuación describimos los principales tipos de transferencia, con algunos ejemplos de cada uno de ellos.
Transferencia erótica
La transferencia erótica se produce cuando el paciente desarrolla sentimientos de atracción sexual o romántica hacia el terapeuta. Este tipo de transferencia puede crear una situación compleja, ya que dichos sentimientos pueden interferir en la objetividad necesaria para un tratamiento eficaz.
Pongamos un ejemplo de este tipo de transferencia. Un paciente o una paciente puede iniciar a sentir una atracción romántica hacia su terapeuta y verlo como una figura protectora y cariñosa.
Dicha atracción puede ser el resultado de necesidades emocionales insatisfechas o deseos inconscientes de recibir amor y atención de una figura paterna o materna, ausentes durante la infancia.
La gestión de esta transferencia requiere que el terapeuta mantenga límites claros y utilice los sentimientos que emergen en el paciente para explorar las necesidades y las experiencias pasadas del mismo.
Transferencia positiva
La transferencia positiva se manifiesta cuando el paciente experimenta sentimientos de afecto, confianza y admiración hacia el terapeuta. Este tipo de transferencia puede facilitar el proceso terapéutico, ya que el paciente se siente seguro y apoyado, lo cual le permite abrirse más y estar más dispuesto al cambio.
Por ejemplo: un paciente puede ver a su terapeuta como una figura sabia y benévola, parecida a la del padre o madre cariñoso que nunca ha tenido. Esta percepción positiva ayuda al paciente a sentirse a gusto para compartir experiencias personales difíciles y a seguir las indicaciones terapéuticas.
Sin embargo, el terapeuta debe prestar atención a no fomentar una dependencia excesiva y trabajar, en cambio, para ayudar al paciente a desarrollar una mayor autonomía.
Transferencia emocional
La transferencia emocional implica una variedad más amplia de emociones, que pueden incluir tanto sentimientos positivos como negativos. Este tipo de transferencia refleja la complejidad de las relaciones humanas y puede ofrecer una rica fuente de material para la exploración terapéutica.
Un ejemplo de transferencia emocional: un paciente puede alternar sentimientos de afecto y gratitud hacia el terapeuta con momentos de rabia y frustración. Esto podría reflejar las relaciones conflictivas que tenía con los padres durante la infancia.
Por ejemplo, el paciente puede enfadarse cuando siente que el terapeuta no termina de entenderlo, lo que reactiva los sentimientos de incomprensión y abandono experimentados con los padres.
Explorar estos sentimientos en la terapia puede ayudar al paciente a reconocer y comprender mejor sus reacciones emocionales y, por lo tanto, conducir a una mayor consciencia y crecimiento personal.
Transferencia neurótica
La transferencia neurótica se produce cuando un paciente proyecta en el terapeuta conflictos emocionales no resueltos del pasado o traumas infantiles, a menudo relacionados con la infancia y las relaciones con figuras importantes como los padres. Estos conflictos suelen ser de naturaleza neurótica, y pueden implicar comportamientos disfuncionales que se desarrollan como mecanismos de defensa contra la ansiedad experimentada en el pasado.
Pongamos un ejemplo. Un paciente podría alternar sentimientos de dependencia y amor intenso con sentimientos de rabia y rechazo hacia el terapeuta. Estos sentimientos reflejan la relación infantil conflictiva con sus padres, caracterizada por el apego ansioso y el miedo al abandono. Un ejemplo típico son las reacciones emocionales desproporcionadas del paciente a signos de desinterés percibidos en el terapeuta.
La transferencia neurótica presenta tres características distintivas:
- la intensidad emocional (sentimientos extremos de amor y odio),
- la repetición de patrones (recreación de relaciones disfuncionales del pasado),
- las defensas neuróticas (uso de mecanismos de defensa como la represión y la proyección).
Para que el terapeuta pueda realizar una gestión adecuada de la transferencia neurótica, es necesario trabajar en el reconocimiento y la interpretación, es decir, en ayudar al paciente a entender que las emociones constituyen la proyección de conflictos pasados.
Al mismo tiempo, es necesario establecer límites claros y proporcionar una contención emocional, así como explorar y resolver los sentimientos transferidos. Por último, es importante reforzar la autonomía del paciente, y promover relaciones más equilibradas y satisfactorias.
Transferencia negativa
La transferencia negativa se produce cuando un paciente proyecta en el terapeuta sentimientos como la rabia o la decepción, que derivan de experiencias pasadas. Este fenómeno puede hacer que el paciente perciba al terapeuta como una figura negativa o que lo critica, lo que influye en la relación terapéutica.
Por ejemplo, un paciente que ha tenido unos padres muy críticos podría ver al terapeuta como una persona igual de crítica o sentirse frustrado o resentido, incluso si el terapeuta no tiene intención alguna de ser crítico. Esta transferencia negativa puede ser un obstáculo para el avance de la terapia y se debe gestionar atentamente.
¿La transferencia tiene síntomas?
¿El psicólogo se da cuenta de la transferencia? En el caso de que así sea, ¿cómo lo hace? La transferencia puede manifestarse mediante varios síntomas, como: cambios de comportamiento del paciente, expresiones emocionales intensas y recurrentes, y una atención excesiva hacia el terapeuta.
Los psicólogos y psicoterapeutas están entrenados para reconocer las señales de la transferencia mediante la observación atenta de las interacciones y de las dinámicas relacionales. Algunos de los indicadores comunes son: la repetición de patrones relacionales del pasado, las reacciones emocionales desproporcionadas y un fuerte apego o aversión hacia el terapeuta.
Cómo afrontar la transferencia en terapia
Afrontar la transferencia en terapia es un elemento esencial para un tratamiento eficaz. El primer paso para afrontar la transferencia es reconocerla: el terapeuta debe estar atento a las señales que indican que el paciente está transfiriendo emociones, deseos y conflictos de relaciones del pasado al terapeuta.
Una vez que se identifica la transferencia, el terapeuta debe interpretarla y hablar con el paciente. Dicho proceso de interpretación ayuda a este último a ser consciente de la transferencia y a entender la raíz de sus propios sentimientos y reacciones.
Al mismo tiempo, también es esencial mantener límites claros y profesionales durante todo el proceso terapéutico. El terapeuta debe garantizar que la relación permanezca dentro de los límites éticos y profesionales, y evitar fomentar la dependencia o reaccionar de manera contratransferencial.
Esto ayuda a crear un ambiente seguro y controlado en el que el paciente puede explorar sus sentimientos. El objetivo de afrontar la transferencia es el de permitir que el paciente procese los conflictos y las dinámicas emocionales subyacentes.
El terapeuta puede utilizar diferentes técnicas para ayudar al paciente a examinar y comprender que los sentimientos transferidos reflejan experiencias pasadas sin resolver. Por ejemplo:
- el significado de los sueños,
- la reflexión sobre las reacciones emocionales durante las sesiones y
- la exploración de las relaciones pasadas.
Así, el terapeuta puede ayudar al paciente a desarrollar una mayor consciencia de sí mismo y a construir relaciones más sanas y auténticas fuera del contexto terapéutico. Esto implica trabajar en la capacidad que el paciente tiene para gestionar sus emociones y para establecer límites adecuados en sus relaciones.
¿La transferencia puede ser un elemento que haga interrumpir la terapia?
La transferencia puede representar un reto significativo en terapia y, en algunos casos, puede conducir a la interrupción del tratamiento. Si la transferencia se vuelve demasiado intensa o problemática, podría comprometer la capacidad del paciente para beneficiarse de la terapia.
En estos casos, el terapeuta podría decidir interrumpir temporal o definitivamente la terapia, o derivar al paciente a otro profesional. Sin embargo, lo más habitual es afrontar y trabajar la transferencia dentro del contexto terapéutico.
Cómo superar la transferencia
Superar la transferencia exige un trabajo terapéutico que requiere tiempo y, por lo tanto, paciencia, pero sobre todo delicadeza. El terapeuta debe ayudar al paciente a reconocer y a comprender la transferencia, explorando la raíz emocional y los conflictos subyacentes.
El objetivo es integrar las emociones transferidas para permitir que el paciente desarrolle relaciones más sanas y auténticas fuera del contexto terapéutico, y favorecer el crecimiento personal del paciente.
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