Durante los últimos años, el fenómeno migratorio ha aumentado de forma considerable y afecta a un número de personas cada vez mayor. Pero, ¿cuáles son los motivos que impulsan a una persona a dejar su lugar de origen para trasladarse, de manera más o menos estable, a otro país?
El ser humano, como mamífero, empieza su historia evolutiva como nómada, impulsado por la búsqueda de la subsistencia. Con el descubrimiento y el desarrollo de la agricultura, se acaba la necesidad de desplazarse en busca de condiciones más favorables para la supervivencia y se desarrolla un sistema de vida social, que se basa en asentarse en un lugar, en vez de vivir de forma nómada.
Instinto de supervivencia
Los contextos en los que ha vivido y vive el ser humano cambian constantemente, por eso los seres humanos nunca han terminado de dejar atrás la necesidad de buscar lugares más seguros y más favorables.
El instinto de supervivencia impulsa al ser humano a desplazarse y a abandonar su lugar de nacimiento para emigrar a otro país. Las principales causas de la emigración son:
- las guerras,
- las crisis económicas,
- los cambios políticos y sociales,
- el deseo de evolucionar,
- las ganas de mejorar nuestras condiciones de vida.
De modo que los seres humanos están dispuestos a abandonar todo aquello que les es familiar en busca de condiciones favorables para su propio bienestar.
¿Qué impacto puede tener la migración en la salud mental?
Si bien es cierto que la motivación que nos impulsa a irnos responde al deseo de mejorar nuestra sensación de bienestar y dejar atrás una serie de factores que influyen negativamente en nuestra calidad de vida, también lo es que la migración supone exponerse a numerosos factores de riesgo como la separación de aquello que amamos y el miedo a lo desconocido.
El hecho de marcharse y la separación que esto supone se convierten en verdaderas experiencias de duelo, porque sentimos que nos alejamos:
- de nuestro grupo de origen,
- de los vínculos que hemos construidos durante la infancia,
- de nuestra familia y amigos,
- de nuestras costumbres, y también del idioma y de la cultura a la que pertenecemos.
Así que, la experiencia migratoria no es únicamente geográfica, sino que también es mental y emocional, y condiciona las decisiones de quien la vive. Al igual que el momento de marcharse, la llegada a un lugar también se considera como un momento delicado dentro de la experiencia psicológica del individuo. Es precisamente cuando acaba de llegar al país de acogida, cuando la persona se enfrenta a emociones dolorosas, provocadas por los momentos de fuerte soledad y aislamiento, a los cuales se suman la ansiedad y el desconcierto.
¿Cómo se promueve el bienestar personal en un país extranjero?
Aunque la experiencia de la migración esté acompañada de una serie de riesgos, a causa de la complejidad de la situación, el impacto de los mismos se puede minimizar, por ejemplo:
- Haciendo un razonamiento sobre las motivaciones que nos han impulsado a irnos: la toma de conciencia nos permite dar sentido a nuestras emociones y nos ayuda a afrontar la experiencia con la mayor ligereza posible.
- Intentando entender las sensaciones de ansiedad y distanciamiento que estamos experimentando, para abrirse más y de forma más positiva al país de acogida.
- Conociendo y entendiendo el sistema cultural en el que nos hemos inmerso: el contexto sociocultural en el que crecemos forma parte de nuestro yo interior y contribuye a la creación de nuestra identidad. Una buena adaptación puede evitar sentir ese choque cultural que algunas personas experimentan al sentirse confusos y perdidos en un nuevo contexto cultural.
Por lo tanto, cambiar de país podría significar perder una parte de nuestra identidad, pero también significa, sobre todo, poder enriquecer nuestro propio ser, en un proceso de integración y crecimiento personal.
Consejos adicionales
Para hacer frente a un cambio tan importante como este, con una actitud positiva, es necesario intentar:
- integrarse en el tejido social, participando de forma activa en la vida del lugar para sentirse más cerca de los demás e identificarse más con los modelos, valores, objetivos comunes, comportamientos, normas e intereses del país de acogida;
- pedir ayuda psicológica, no solo para prevenir la aparición de estados emocionales demasiados intensos que no nos permitan enfrentarnos a estos retos, sino también para adquirir más herramientas que nos resulten útiles para integrarnos y, por ende, promover el bienestar que tanto deseamos.