"¡Dios mío! ¿Qué me está pasando? ¿Me estoy volviendo loco? ¿Voy a morir?" Si has vivido esta experiencia, posiblemente has sido víctima del miedo a perder el control. Estos episodios suelen darse junto a picos elevados de ansiedad, que a su vez pueden causar crisis de despersonalización, lo que acaba provocando un verdadero círculo vicioso, ya que genera preocupación y temor de que la situación se repita y no saber qué hacer para salir "sano y salvo de ella".
El miedo a perder el control proviene de una evaluación errónea de lo que le ocurre a tu cuerpo, así como de la presencia de creencias disfuncionales sobre cómo deberían ser las cosas cuando estás ansioso o ansiosa o experimentas cualquier otra emoción que juzgas como "negativa". Es entonces cuando supuestamente se empezarán a poner en práctica comportamientos para evitar revivir la angustiosa sensación de no poder controlar las emociones.
Ansiedad y necesidad de control: síntomas para reconocerla
Cuando nos enfrentamos a situaciones muy estresantes y experimentamos ansiedad o miedo prolongados en el tiempo, nuestro cuerpo produce sustancias como la adrenalina, que nos ayudan a gestionar esos momentos y nos protegen de un posible "ataque" externo repentino. Esta activación fisiológica provoca síntomas:
- aceleración de los latidos del corazón;
- sensación de hiperventilación;
- sudoración;
- hormigueo;
- agitación psicomotriz.
Para evaluar la presencia de estos y otros síntomas se puede utilizar un test para la ansiedad, siempre bajo la supervisión de un profesional para que pueda evaluar la gravedad de los mismos.
Esta activación fisiológica puede generar gran preocupación. La creencia errónea de que podemos controlar cada rincón de nuestro cuerpo se desmorona y nos catapulta a la situación más temida: "No entiendo lo que me pasa... No puedo manejar la situación como quisiera". Cuando esta sensación se prolonga en el tiempo, entramos en un estado de ansiedad crónica.
En este punto, para sentirnos seguros, podemos intentar controlar lo que experimentamos tratando de excluir de nuestra mente todos los imprevistos o encontrar todas las soluciones posibles a los problemas que tememos. Pero, por desgracia, estos "intentos de soluciones", además de requerir un enorme gasto de energía, acaban empeorando la situación. No se puede prever de antemano y con detalle lo que puede ocurrir y eso contribuye a aumentar los niveles de agitación.
Fobia de impulsión: el miedo extremo a perder el control
Uno de los aspectos más temidos del miedo a perder el control es conocido como fobia de impulsión o fobia de impulso. Esta condición no está clasificada como una entidad diagnóstica independiente en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5. En cambio, los síntomas asociados con esta fobia suelen estar incluidos dentro del marco de otros trastornos de ansiedad o, más comúnmente, como parte del trastorno obsesivo-compulsivo o TOC.
El miedo central de la fobia de impulsión es el temor a perder el control o ser superado por un impulso irrefrenable que podría tener consecuencias desastrosas, llevando ocasionalmente al miedo a perder la cabeza o al miedo a volverse loco. Esta intensa ansiedad puede ser paralizante, provocando temor ante situaciones diarias donde estos impulsos podrían, de manera imaginaria, tomar el control.
Las personas que han experimentado fobia de impulsión reportan frecuentemente tener pensamientos intrusivos. Estos pensamientos, que aparecen de manera repentina, no se alinean con los valores personales o la moral del individuo, y debido a su discordancia con la identidad propia, resultan extremadamente angustiantes. Esto puede llevar a cuestionar la capacidad de control sobre uno mismo y, eventualmente, a dudar de la habilidad para actuar de manera consciente bajo estos impulsos.
A diferencia de los trastornos del control de impulsos (como la cleptomanía, la piromanía o el trastorno explosivo intermitente) donde los individuos actúan siguiendo sus impulsos con frecuencia destructiva, la fobia de impulso se caracteriza por un miedo extremo a ejecutar estos actos involuntariamente, sin un deseo consciente de hacerlo. Mientras que en los trastornos del control de impulsos los afectados luchan contra la incapacidad de resistir los impulsos para actuar, en la fobia de impulsión, el enfrentamiento es principalmente contra la ansiedad y el temor paralizante de llevar a cabo esos actos.
En periodos de estrés o cuando nos sentimos abrumados e inseguros, es más probable que surjan estos pensamientos intrusivos. Además, son más comunes en personas con baja autoestima y, si no se gestionan adecuadamente, pueden conducir al aislamiento y exacerbar los síntomas depresivos.
Ejemplos comunes de fobia de impulsión
A continuación, presentamos algunos ejemplos comunes que ilustran la variedad de preocupaciones que pueden asaltar a una persona afectada por este tipo de ansiedad:
- Temor a agredir de forma repentina: la preocupación de atacar a alguien espontáneamente.
- Miedo a lastimar a un ser querido físicamente: la ansiedad ante la idea de causar daño a alguien cercano sin intención.
- Angustia por la posibilidad de involucrarse en un accidente peatonal: el temor de atropellar a alguien por accidente.
- Pánico ante la idea de actuar contra tus principios morales: la inquietud por realizar actos que violen tus propios estándares éticos.
- Miedo a comportarse de manera infiel sin desearlo: la preocupación de ser infiel a una pareja sin quererlo realmente.
- Temor a adoptar una orientación sexual percibida como inaceptable: la ansiedad de desarrollar una preferencia sexual que consideres inapropiada.
- Miedo a ejecutar un movimiento brusco al conducir: la preocupación de girar el volante repentinamente de manera peligrosa.
- Angustia por la posibilidad de herir a tu propio bebé: la inquietud devastadora de causar daño físico a tu hijo.
- Pánico a actuar de manera incontrolable en público: el miedo a perder el control durante situaciones sociales o eventos.
- Temor a saltar desde alturas peligrosas: la ansiedad ante la idea de lanzarse a las vías del tren o desde un acantilado.
¿Qué puedes hacer para deshacerte del miedo a perder el control?
Seguir unos sencillos pasos puede ayudarte a calmar la ansiedad y evitar que se apodere de ti:
- Abandona el afán de controlarlo todo. Dedica tiempo a mantener a raya la frustración, ocultar los pensamientos o fingir las emociones requiere un esfuerzo energético que no ayuda a sentirse mejor ¡Más vale que intentes expresar lo que sientes!
- Escucha tus emociones y tu cuerpo. Las reacciones emocionales, físicas y fisiológicas son respuestas corporales normales. Aprender a reconocerlas y aceptarlas te ayudará a observar lo que ocurre sin juzgarlo como algo amenazante. Además, explorar el significado de los sueños puede ofrecerte una perspectiva interesante sobre tus miedos y ansiedades.
- Habla de tus miedos. Una buena forma de quitarle poder al miedo es nombrarlo, así que no tengas miedo de hablar de él.
- Déjate llevar. En lugar de intentar controlar y predecir todo, aprende a adaptarte lo mejor posible a los acontecimientos que te depara la vida. Recuerda: ante una ventisca el junco es flexible y se dobla, ¡uno rígido se rompería!
Últimas consideracines
A menudo, se nos olvida que una buena dosis de descontrol forma parte de la vida. Cuando intentas "tenerlo todo bajo control", en realidad te engañas a ti mismo pensando que existe una especie de algoritmo perfecto que hace que todo sea mecánico y predecible. Es en ese mismo momento cuando se abre la puerta a la pérdida de control y a la ansiedad nerviosa.
En estas situaciones, la terapia tiene un doble objetivo. Por un lado, aprender a normalizar las reacciones de tu cuerpo; por otro, a reducir la sensación de vulnerabilidad al sentirse a merced de las emociones. Un psicólogo online de Unobravo puede ayudarte, ¿hablamos?