Salud mental
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El experimento de la cárcel de Stanford y el efecto Lucifer

El experimento de la cárcel de Stanford y el efecto Lucifer
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Nicoletta Signorelli
Redacción
Psicóloga con orientación Psicoanalítica
Unobravo
PUBLICADO EL
15.12.2023

¿Has oído hablar alguna vez del experimento de la cárcel de Stanford y del "efecto Lucifer" asociado a él? Han sido inspiración de numerosas películas y obras literarias, y representan dos de los temas más famosos en el campo de la psicología social y forense. Pero, ¿de qué se trata?

El propósito del experimento de la cárcel de Stanford

El experimento de la cárcel de Stanford fue realizado en 1971 por el profesor Philip Zimbardo y sus colaboradores. 

Este equipo de académicos se propuso comprender cómo la influencia social del grupo al que pertenecían -en este caso, guardias y reclusos- podía afectar al comportamiento de cada uno de sus miembros [1].

‍Quién es Philip Zimbardo

Philip Zimbardo es un psicólogo estadounidense que se licenció en Yale en 1959. 

Profesor de psicología, se interesó muy pronto por saber si el entorno carcelario podía influir en los comportamientos anómalos que se daban en él o si estos eran causados sobre todo por las características de personalidad de los reclusos y los guardias.

Para avanzar en esta investigación, creó y se hizo famoso por el "experimento Philip Zimbardo 1971", que dio origen a la teoría del efecto Lucifer. 

Para su experimento, Zimbardo se inspiró en los estudios de Milgram. De hecho, este último es conocido por otro experimento que causó mucho debate y que recibió su nombre.

El experimento de Milgram

El experimento de Milgram [2] se llevó a cabo en 1961 con el objetivo de estudiar si la obediencia a la autoridad podía influir en el comportamiento humano y de qué manera. Brevemente, en este experimento se pidió a los sujetos implicados que infligieran una descarga eléctrica a otros participantes -que en realidad eran cómplices en el experimento- cada vez que se equivocaran en un ejercicio. 

Las descargas eléctricas no se administraban realmente, sino que los cómplices simulaban sentir dolor. Los resultados del experimento demostraron que muchas de las personas alistadas, a pesar de manifestar su desacuerdo con esta práctica violenta, obedecían incondicionalmente las órdenes dadas, trasladando su responsabilidad a quienes daban las órdenes.

efecto Lucifer
Foto de Pixabay

El experimento de la cárcel de Stanford

Para llevar a cabo el experimento de Philip Zimbardo, se instaló una reproducción de una penitenciaría, completa con celdas, en el pasillo del sótano del instituto de psicología de la Universidad de Stanford.

Se seleccionó a veinticuatro estudiantes, lo más sanos y alejados posible de un estilo de vida delictivo, y se dividieron al azar entre los que representarían a los reclusos y los que se harían pasar por los guardias de la prisión.

Para que se pareciera más a las condiciones reales, se entregaron uniformes a ambos grupos. Además, a los que representarían a los presos se les sacó de sus casas para simular un arresto, se les detuvo en la prisión simulada y se les dijo que estarían bajo estrecha vigilancia, sin intimidad y privados de sus pertenencias. 

Al mismo tiempo, se organizaron turnos de ocho horas para los guardias de la prisión y se les encomendó la tarea de mantener el orden dentro de la prisión sin recurrir a la violencia física.

El experimento de la prisión de Stanford debía durar dos semanas, pero pronto los acontecimientos dieron un giro inesperado: al cabo de seis días, Zimbardo y sus colaboradores tuvieron que interrumpir el experimento. Pero, ¿por qué tomaron tal decisión?

Los efectos del experimento de Philip Zimbardo

Al cabo de poco tiempo, tanto los guardias como los presos empezaron a desarrollar comportamientos típicos de los dos roles sociales representados: 

  • Algunos presos organizaban motines y creaban situaciones caóticas difíciles de gestionar. 
  • Algunos guardias obligaban a los presos a realizar actividades degradantes adoptando una actitud de acoso. 

Así, varias personas pertenecientes al grupo de presos desarrollaron rápidamente síntomas de trastornos depresivos, ira intensa y manifestaciones agudas de ansiedad.

Por otra parte, algunas personas del grupo de los guardias desarrollaron un comportamiento tan agresivo y abusivo que los observadores interrumpieron el experimento.

El estudio de la información obtenida reveló que los presos eran propensos a experiencias de desindividuación, impotencia, depresión y tendencia a adoptar un comportamiento pasivo y sumiso. 

Los guardias, por su parte, habían desarrollado experiencias de desindividuación, pero habían adquirido un mayor sentido del poder y un comportamiento prevaricador y coercitivo.

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¿Qué es el efecto Lucifer en el experimento de Philip Zimbardo?

¿Los malos nacen o se hacen malos? A partir de los resultados obtenidos en el experimento de Stanford, Zimbardo extrajo la reflexión de que incluso las personas que tienden a tener principios, cuando se ven expuestas a situaciones específicas, pueden realizar acciones desreguladas y violentas, denominando a este resultado "efecto Lucifer". 

Existe, por tanto, la posibilidad de que los "malos" se conviertan en malos por exposición a determinados contextos, situaciones y papeles desempeñados, a través de un mecanismo que podemos denominar "agresión situacional" y que podemos observar en el efecto Lucifer.

¿Qué es la agresividad situacional?

La agresividad forma parte del comportamiento humano típico y es posible ver cómo determinadas situaciones y contextos sociales pueden llevar a los seres humanos a adoptar comportamientos agresivos y violentos. 

Observando el experimento de Zimbardo y el de Milgram, hemos visto cómo la pertenencia a un grupo socialmente controlador (los "guardias" de Zimbardo) fomenta el comportamiento agresivo, al igual que sentirse privado de responsabilidad si hay un sujeto que da órdenes (experimento de Milgram). 

Estas situaciones favorecen la pérdida de subjetividad individual y pueden llevar a no sentirse responsable de los propios actos.

experimento carcel Stanford
Foto de Pixabay

Psicología social

El experimento de la cárcel de Stanford es uno de los más famosos de la psicología social, que, entre otros tipos de psicología, se ocupa de investigar cómo los pensamientos, sentimientos y acciones de los individuos pueden verse influidos por la presencia real o implícita de otros individuos y, por tanto, cómo la sociedad puede condicionar nuestras vidas.

¿Qué significa "experimento social" y cuáles son las características del experimento en psicología social?

Un experimento social es una de las principales herramientas utilizadas por los investigadores en psicología social mediante la cual se investigan el comportamiento y las reacciones de determinados individuos en un contexto, situación o interacción específicos.

Estos experimentos son necesarios para probar o refutar hipótesis mediante la manipulación intencionada de determinados factores con el fin de investigar sus efectos. Las personas (denominadas "sujetos experimentales") seleccionadas en función de lo que se quiere analizar son examinadas y sometidas a determinadas situaciones controladas para estudiar sus efectos.

La experimentación social es bastante compleja, porque para poder decir que el elemento X es capaz de influir en el elemento Y, hay que asegurarse de que no se manipulan también inadvertidamente otros factores Z: al tratarse de experimentos relativos a la interacción entre los individuos y el entorno, no es tan fácil tener el control de todas las variables implicadas.

Cuanto más se puedan controlar las variables presentes y más se siga un método científico específico, más válido será el experimento, ya que podrá reproducirse y, por tanto, ser objeto de nuevas investigaciones.

La suerte (y la desdicha) del experimento de la cárcel de Stanford

El experimento de Philip Zimbardo ha sido objeto de numerosas críticas por parte de diversos estudiosos, hasta el punto de que aún hoy se debate sobre él. 

En particular, se cree que se dio demasiada importancia a los resultados que confirmaban la hipótesis de partida, mientras que no se tuvo en cuenta de forma adecuada el hecho contrario, es decir, que muchos guardias en realidad no desarrollaron ninguna conducta prevaricadora. 

Además, hay muchos elementos que pueden haber influido en los resultados del experimento, como por ejemplo:

  • La presencia de varios supervisores (entre ellos, por cierto, el propio Zimbardo) que, de hecho, no hicieron que el comportamiento de los guardias y los reclusos fuera completamente autónomo.
  • La información proporcionada durante la inscripción puede haber inducido expectativas en los participantes que les orienten hacia un comportamiento más extremo. 

En definitiva, se cree que en determinadas conductas influyeron elementos de terceros que Zimbardo y su equipo no tuvieron debidamente en cuenta. Por no hablar de las cuestiones éticas y de derechos humanos que se plantearon a lo largo del experimento. A día de hoy, ¡una situación así nunca se permitiría!

‍Las consecuencias psicológicas del encarcelamiento

Transitar por las prisiones no es tarea fácil, ni para los reclusos ni para los guardias. Son instituciones totales [3] capaces de influir fuertemente en los individuos que se encuentran en su interior. 

En particular, pueden crear situaciones en las que se acentúa la pérdida de la propia individualidad y se acaba por adherirse a las características del propio grupo de forma estandarizada y rígida. Las emociones suelen ser:

  • ira
  • tristeza
  • ansiedad
  • miedo. 

Estas caracterizan tanto a los guardias como a los reclusos, aunque pueden conducir a resultados diferentes: en los reclusos adoptan la forma de apatía general, aburrimiento, rebelión y actos agresivos; en los guardias pueden conducir a comportamientos prevaricadores y a la promulgación de castigos perversos.

En estos entornos, es esencial buscar apoyo psicológico para evitar en la medida de lo posible un aplanamiento de la capacidad de pensar y actuar con conciencia.

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La salud de los presos y de los funcionarios de prisiones

A lo largo de los años, se ha prestado cada vez más atención a la salud mental y física de los guardias de prisiones y a la forma en que estos centros pueden responder a la necesidad tanto de apartar a la persona peligrosa del contexto social, como de reeducar al mismo tiempo al sujeto para que sea capaz de retomar su vida sin hacer daño a los demás. 

La atención ya no se centra únicamente en la función punitiva, sino en la rehabilitación del preso, de la que se encargan psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, educadores y funcionarios de prisiones. 

Llevar a cabo estos objetivos no es fácil, tanto por la escasez de personal, como por la masificación de las prisiones y el enorme compromiso que requiere desmantelar un viejo sistema hecho de castigos y poca atención a los derechos humanos.

¿Cuál es el papel del psicólogo en prisión?

El psicólogo en las instituciones penitenciarias es una figura muy importante para el bienestar psicológico de los reclusos, pero también de los funcionarios de prisiones. 

Tiene la tarea de proporcionar atención y apoyo al recluso, valorando también cuál puede ser el mejor tratamiento penitenciario útil para su reeducación de cara a su futura reinserción en la sociedad. 

También se encarga de prestar asistencia al personal penitenciario en relación con los problemas laborales y la prevención del agotamiento.

Libros y películas sobre el efecto Lucifer

Para los que quieran aprender más sobre el tema y para los aficionados a los crímenes reales, sugerimos la lectura de El efecto Lucifer. El porqué de la maldad el libro escrito por Philip Zimbardo.

Además, como se mencionaba al principio de este artículo, el efecto Lucifer y el experimento de la cárcel de Stanford también han influido en el cine. He aquí algunas de las películas inspiradas en el efecto Lucifer:

El experimento, película de P. Scheuring

El experimento. Se buscan cobayas humanas, película de O. Hirschbiegel

El efecto Lucifer (El experimento de la prisión de Stanford), película de K. P. Alvarez.

Bibliografia

  • [1] C. Haney, W. C. Banks  & P. G. Zimbardo, 1973, A study of prisoners and guards in a simulated prison, Naval Research Review, (4-17)
  • [2] M. Wenglinsky, 2018, Obedience to Authority: An Experimental View, Contemporary Sociology, (423-428)
  • [3] E. Goffman,1961, Asylums: Essays on the social situations of mental patients and other inmates, Anchor Books

Este contenido es de tipo divulgativo y no puede reemplazar el diagnóstico de un profesional. Artículo revisado por nuestra redacción clínica

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