La depresión reactiva es uno de los tipos de depresión más comunes e incapacitantes, pero no todas las depresiones son iguales, ¿sabías que hay subtipos? Hoy hablamos de depresión reactiva, un subtipo de depresión que afecta a muchas personas en momentos concretos de la vida. Hay experiencias dolorosas y desagradables que pueden llevarnos a estados de profundo desconcierto y ansiedad y entonces, cuando la reacción a un acontecimiento estresante adquiere un significado clínico relevante, hablamos de depresión reactiva.
¿Qué significa la depresión reactiva? ¿Cuánto tiempo dura? ¿Cómo lo afrontamos o cómo ayudamos a un ser querido a salir de una depresión? En este artículo profundizaremos sobre qué es la depresión reactiva, sus síntomas y la posibilidad de tratamiento que ofrece la terapia psicológica.
Depresión reactiva: ¿qué es?
La depresión reactiva es una forma de depresión que puede producirse como respuesta a un acontecimiento concreto que es vivido como altamente estresante, un acontecimiento que resulta desorganizador en la vida de la persona hasta el punto de llevarla a alguno de estos estados:
- desesperación;
- desconcierto;
- sensación de impotencia.
La peculiaridad del acontecimiento y la posibilidad de poder identificarlo y circunscribirlo son condiciones necesarias para el diagnóstico de este trastorno y distinguirlo de otros trastornos depresivos. Hay aspectos que nos permiten distinguir la depresión reactiva de la endógena, en la que no existe ese acontecimiento desencadenante específico.
El acontecimiento concreto impone un cambio, una "reestructuración" para la que se requiere una implicación "activa" de la persona que se dirija principalmente a una reorganización del presente en el que, al cambiar las referencias y los hábitos, se modifica también la percepción de la propia identidad, así como los escenarios y las expectativas de futuro.
Reacciones al cambio
Nuestras reacciones no dependen tanto del acontecimiento en sí como de nuestra capacidad personal y de nuestra forma de afrontar el cambio, nuestras experiencias previas y el significado que el acontecimiento adquiere en nuestras vidas. En esencia, es la forma personal en que interpretamos y construimos la experiencia lo que determina su impacto emocional en el presente y cómo reaccionaremos ante ella.
Piensa en los cambios que se producen en una familia cuando nace un hijo: la depresión reactiva puede surgir a raíz del parto (depresión posparto o haber vivido en carne propia la violencia obstétrica). Un acontecimiento que por norma general se considera feliz puede desbordar los recursos individuales de la nueva madre, que comienza a experimentar síntomas como la pérdida de energía, la ansiedad, la culpabilidad persistente y el deseo de aislamiento.
El sufrimiento puede llegar a ser tan omnipresente como para producir alguna de estas cosas:
- Comprometer la vida cotidiana.
- Afectar gravemente a la autonomía y a las relaciones.
- Conducir al aislamiento de la familia y los amigos.
Los riesgos de una percepción distorsionada del cambio
Cuando el cambio se percibe como insuperable, la persona corre el riesgo de perderse en un presente desesperado, dominado por sentimientos de tristeza, rabia y culpa, en el que resulta imposible ver esas perspectivas alternativas congeladas por cavilaciones obsesivas que alternan los reproches hacia uno mismo y hacia los demás.
Sumergirse en el dolor que provoca un acontecimiento desagradable puede parecer la única estrategia capaz de redimirnos, dándonos la ilusión de que tarde o temprano podremos encontrar una explicación soportable. Es importante destacar que el acontecimiento específico puede ser:
- Único y limitado, como es el fin de una relación de pareja o la pérdida de un ser querido.
- Persistente y permanente, como descubrir que se padece una enfermedad crónica.
Estos sucesos no son necesariamente excepcionalmente dolorosos, pero pueden implicar cambios vitales "fisiológicos" como por ejemplo, dejar el hogar o convertirse en padre/madre. Esto se debe a que, como se ha mencionado, es el significado que le damos al acontecimiento lo que determina su influencia en nuestro presente.
Mobbing y depresión reactiva
No es raro encontrarse con casos de depresión reactiva en el trabajo. Pensamos en las personas que pierden repentinamente su empleo o que sufren mobbing, una situación en la que uno se encuentra como víctima de acciones, perpetradas por colegas o superiores, que dañan sistemáticamente su reputación y autoestima. El acoso pone en grave peligro la salud psicofísica de una persona, así como su capacidad para desempeñar correctamente su trabajo.
También hay depresión reactiva con el acoso escolar y puede incluir trastornos de ansiedad, trastorno de estrés postraumático, trastorno de estrés agudo y episodios de desrealización (sensación de irrealidad).
Depresión reactiva: síntomas
Cada persona puede reaccionar de forma diferente y en momentos distintos pero, en general, la depresión reactiva se caracteriza por los síntomas típicos de la depresión endógena. Veamos cuáles son los principales síntomas físicos, conductuales, cognitivos y emocionales.
Depresión reactiva: síntomas físicos
Síntomas físicos que puede causar la depresión reactiva:
- astenia;
- fatiga;
- trastornos del sueño (como el insomnio);
- falta de apetito sexual;
- trastornos de la alimentación (anorexia, bulimia, adicción a la comida…);
- síntomas psicosomáticos como migraña, problemas gastrointestinales y acúfenos (incluso puede que el llamado vértigo por estrés).
Depresión reactiva: síntomas emocionales
Síntomas emocionales que puede causar la depresión reactiva:
- tristeza;
- sentimientos de abatimiento;
- sentimientos de desesperanza e impotencia;
- sentimiento de culpabilidad;
- ansiedad (en este caso se habla de depresión ansiosa reactiva) irritabilidad.
Depresión reactiva: síntomas cognitivos
Síntomas cognitivos que puede causar la depresión reactiva:
- dificultades de concentración;
- dificultades de memoria;
- ideas de fatalidad y culpabilidad;
- pensamiento lento;
- visión negativa de uno mismo;
- rumiación;
- dificultad para tomar decisiones.
En la depresión reactiva lúcida los síntomas perjudican el pensamiento en menor medida porque la persona conserva las capacidades introspectivas para reflexionar sobre su estado. En cambio, en la depresión inconsciente los síntomas de inhibición, apatía y abulia son especialmente incapacitantes, lo que provoca un enlentecimiento psicomotor general en la persona.
Depresión reactiva: síntomas de comportamiento
Síntomas de comportamiento que puede causar la depresión reactiva:
- aislamiento social;
- abandono de actividades que eran una fuente de placer;
- disminución de la actividad sexual.
En la depresión reactiva grave los síntomas pueden incluir comportamientos relacionados con el uso o el abuso de sustancias con la función de "automedicación" y evasión de la realidad. En los casos más extremos, la sensación de vacío y la falta de perspectivas pueden llevar a la persona a desarrollar pensamientos o actos suicidas.
Marco diagnóstico de la depresión reactiva
En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM 5), la depresión reactiva se incluye en los "trastornos relacionados con acontecimientos traumáticos y estresantes", es decir, aquellos trastornos mentales en los que la exposición a un acontecimiento traumático o estresante figura explícitamente como criterio de diagnóstico.
En relación a la depresión reactiva, el DSM hace referencia a la categoría diagnóstica de trastornos de adaptación (con estado de ánimo deprimido, ansiedad y estado de ánimo deprimido mixto) cuando a un acontecimiento estresante identificable le siguen "síntomas emocionales y conductuales de tipo depresivo que se manifiestan en los tres meses siguientes al inicio del acontecimiento y no persisten más allá de seis meses después de que éste haya cesado".
Un acontecimiento estresante hace referencia a cualquier hecho experimentado por la persona con un sufrimiento desproporcionado a la gravedad o intensidad de este.
Aunque el cuadro sintomatológico de la depresión mayor reactiva se solapa en muchos aspectos con lo siguiente:
- trastorno de adaptación (TA) del que representa una subcategoría;
- trastorno de estrés postraumático (TEPT).
Las diferencias radican en la intensidad percibida del acontecimiento estresante por la persona, que puede dar lugar a respuestas de estrés cualitativamente diferentes. Cuando la depresión reactiva es crónica, es decir, los síntomas persisten durante dos años o más sin remisión, se habla de trastorno depresivo persistente (distimia).
Ansiedad y depresión reactiva
La ansiedad y la depresión son dos condiciones clínicas que pueden coexistir y ser consecuencia la una de la otra. En algunos casos, los síntomas de ansiedad que persisten en el tiempo también pueden ir acompañados de un estado de ánimo deprimido; se puede hablar, por tanto, de una depresión reactiva a la ansiedad. En el caso de la solastalgia, por ejemplo, la ansiedad por los cambios meteorológicos recientes puede ir acompañada de un sentimiento de impotencia y tristeza, que puede convertirse en depresión reactiva.
En otros casos, en cambio, el estado de partida es depresivo. En la depresión ansiosa reactiva los síntomas como la caída del estado de ánimo, la pérdida de interés y la autovaloración van acompañados de estados de ansiedad e irritabilidad.
Duelo y depresión: ¿cómo distinguirlos?
A veces, sobre todo entre los no expertos, se confunde el duelo con la depresión.
El duelo es el proceso natural que sigue a la pérdida de un ser querido. Esto incluye personas, pero también animales de compañía y mascotas (si tienes estas últimas o las has tenido alguna vez, seguro que te has planteado la cuestión de cómo superar la muerte de un perro o de un gato).
El curso del duelo puede ser complicado. Entre las consecuencias de un duelo no procesado se encuentra la depresión reactiva.
En cualquier caso, será un psicólogo quien valore la intensidad de los síntomas y, si se trata de una depresión reactiva grave o si el diagnóstico es de un episodio depresivo mayor.
El tratamiento de la depresión reactiva
La depresión reactiva, precisamente por su carácter predominantemente "transitorio" y excepcional, es un tipo de depresión que suele responder mejor a la terapia que al tratamiento farmacológico. Los ansiolíticos y los antidepresivos pueden ciertamente "amortiguar" el problema, proporcionando un alivio momentáneo de los síntomas; por ello, en algunos casos puede estar indicada una intervención farmacológica como apoyo a la terapia en la fase de inicio.
La terapia para la depresión reactiva, iniciada tras una evaluación psicológica medidante la administración de cuestionarios y test de depresión, puede ayudar al paciente a replantear la experiencia trabajando en las direcciones más coherentes para él. En general, el impacto de los acontecimientos que la desencadenan depende de diferentes circunstancias:
- el historial de la persona;
- las herramientas y habilidades desarrolladas para afrontarlo;
- el apoyo percibido;
- apoyo de personas cercanas, como la pareja.
La terapia, en estos casos, debe incluir siempre intervenciones psicoeducativas destinadas a ayudar al paciente a recuperar la información sobre el acontecimiento vivido y los condicionamientos familiares y sociales que haya podido asimilar dentro de su propia cultura.
Depresión reactiva: ¿cuánto dura?
El curso de la depresión reactiva no es igual para todas las personas. En algunos casos, los síntomas remiten en poco tiempo, mientras que en otros pueden durar años. Por lo tanto, no es posible establecer a priori una duración inequívoca para la depresión reactiva. La intervención temprana con la ayuda de un psicólogo y, en caso necesario, el apoyo de psicofármacos, es la mejor manera de tratar la depresión reactiva y recuperarse lo antes posible.
El enfoque psicoterapéutico en el tratamiento de la depresión reactiva
Una terapia eficaz debe centrarse en la interpretación y el significado del acontecimiento para esa persona. Aspectos que conforman la terapia :
- La estrategia personal con la que la persona da sentido a lo que le ocurre (o le ha ocurrido).
- La forma en que la persona "construye" la experiencia.
- El papel que cree que ha desempeñado.
- Los sentimientos que acompañan a las narraciones de los pacientes (como los sentimientos de culpa e impotencia).
La terapia online ha demostrado ser un tratamiento eficaz para la depresión, al menos a la par que la terapia presencial tradicional. Así, un psicólogo online puede ayudar a la persona a recuperar el control de su vida, participando activamente en el procesamiento de la experiencia que puede fomentar un cambio constructivo, en lugar de rendirse pasivamente al resultado de los acontecimientos.
El objetivo de ir a un psicólogo es permitir que la persona promueva su propia redefinición personal de la identidad, legitimándola y permitiendo que el acontecimiento traumático encuentre un espacio y un "sentido" coherente con su propia historia.