En las relaciones, sea cual sea su naturaleza, es imposible no equivocarse nunca. No hay nada más humano que el error. Sin embargo, reconocer que nos hemos equivocado y pedir perdón no siempre es fácil.
El sentimiento de culpa y la vergüenza por habernos equivocado
Incluso cuando nos movemos por las mejores intenciones, puede ocurrir que no entendamos del todo el punto de vista o los deseos de la otra persona, que pasemos por alto algo importante por distracción y nos demos cuenta demasiado tarde de que le hemos hecho daño. En estos casos, pueden surgir emociones como la culpa y la vergüenza.
El sentimiento de culpa, al igual que la vergüenza, es una emoción autoconsciente que se produce dentro de contextos sociales y está relacionada con la imagen de uno mismo.
La culpa es una emoción que sentimos cuando pensamos que hemos hecho algo mal, y puede ser extremadamente útil y adaptativa porque implica un sentido de responsabilidad por nuestro comportamiento.
La vergüenza, en cambio, aunque comprensible, puede ser peligrosa en situaciones en las que tenemos que pedir perdón por un comportamiento equivocado. Podemos distinguir dos tipos de vergüenza:
- externa, relativa a lo que imaginamos que los demás puedan pensar de nosotros.
- interna, relativa a los pensamientos y sentimientos que tenemos sobre nosotros mismos, y que puede manifestarse a través de la autocrítica.
De hecho, criticarnos y pensar que estamos equivocados nos puede llevar a retraernos, escondernos y evitar la confrontación, lo cual impide pedir disculpas de forma serena y sincera.
Esto no quiere decir que la vergüenza no sea útil, sino todo lo contrario. Cada emoción existe para decirnos algo y ayudarnos a encontrar nuestro camino. En el caso de la vergüenza, es una emoción que nos permite interiorizar las normas sociales y evitar comportamientos que podrían llegar a excluirnos de nuestro grupo social (por ejemplo, nos daría vergüenza andar desnudos por la calle, y eso nos ayuda a no hacerlo).
En las situaciones en las que cometemos un error es realmente útil poder sentir que nos hemos equivocado, sin que esto implique tener una visión generalmente negativa de uno mismo. Pero ¿cómo admitir que nos hemos equivocado?
Aaron Beck, psicólogo estadounidense, ha identificado algunos "errores de pensamiento" o distorsiones cognitivas que pueden causar una profunda vergüenza e impedir que pidamos perdón de forma eficaz. Entre ellos está el etiquetado que, cuando cometemos un error, nos lleva a pensar "estoy equivocado" en lugar de "he hecho algo equivocado".
Cómo pedir perdón cuando uno se equivoca
Una vez cometido el error y cuando nos asalta el sentimiento de culpa, no todo está perdido: se puede reparar. Aunque, evidentemente, esto no significa deshacer el error, volver atrás en el tiempo y cambiar el pasado.
Saber que se puede cometer un error y luego ser capaz de enmendarlo tiene efectos positivos en el bienestar de una relación. En resumen: es mejor saber cometer un error y repararlo que evitarlo a toda costa. De hecho, las disculpas sinceras pueden fortalecer las relaciones al mostrar respeto y atención por los sentimientos de los demás, y pueden evitar que los conflictos se agraven.
Disculparse suele ser el primer paso para intentar reparar el daño causado. Puede abrir el camino al perdón y a la reconciliación, ayudando a sanar las relaciones dañadas.
El arte de pedir perdón: lo que dice la psicología
La psicología nos ayuda a comprender mejor la importancia de pedir perdón. Un estudio de Howell y cols. investigó los aspectos psicológicos relacionados con la disposición a pedir disculpas y concluyó que se trata de un factor protector para un funcionamiento psicológico saludable.
Una mayor capacidad para pedir perdón estaba positivamente relacionada con:
- la aceptación, entendida en el sentido del mindfulness como la capacidad de vivir en el aquí y ahora con una actitud no crítica hacia emociones como la culpa y la ansiedad.
- la autocompasión y la compasión hacia los demás, que es un recurso para hacer frente a sentimientos intensos de vergüenza, culpa y autocrítica.
- la tendencia a ver a las personas como capaces de cambiar.
El mismo estudio descubrió que la tendencia a pedir disculpas se asociaba a una menor propensión a la evitación y a la ausencia de rasgos de personalidad narcisista.
Por lo tanto, pedir perdón tiene un valor importante en el contexto psicológico porque implica procesos de autoconciencia, responsabilidad, empatía y reparación, que son fundamentales tanto para el crecimiento personal como para la salud y el bienestar de las relaciones interpersonales.
Saber pedir perdón: 5 consejos para hacerlo con eficacia
Pedir disculpas es un gesto noble y no es un signo de debilidad; al contrario, es una de las mejores armas que tenemos a nuestra disposición y que nos permite reparar una relación que se ha roto. Por supuesto, para hacer algo tan importante no basta con decir la palabra "lo siento".
¿Cómo pedir disculpas a una persona de forma eficaz? Una disculpa debe contener ciertos elementos que faciliten la conexión emocional y la comprensión mutua. Veamos cómo pedir perdón y hacer que la disculpa se convierta en un momento verdaderamente reparador con algunos consejos prácticos.
Mira dentro de ti
A la hora de admitir tus errores y pedir perdón, tienes que partir de un punto fundamental: entender las razones de tu comportamiento. Intenta hacerte estas preguntas:
- ¿Cuáles eran mis intenciones?
- ¿Qué emociones sentí?
El objetivo es comprender, no juzgar ni justificar. Cuenta sinceramente lo que pasó, como si estuvieras viendo una película cuyo argumento tienes que describir.
Ponte en el lugar de la otra persona
Intenta imaginar qué emociones puede haber sentido, qué pensamientos puede haber formulado, qué sentimientos puede haber tenido la persona a la que has herido u ofendido, y a la que sientes que quieres pedir perdón.
Sin embargo, ten cuidado con el juicio que haces hacia ti mismo: el objetivo es entender lo que ha pasado, no castigar al "culpable". También cabe destacar que aunque estés intentando imaginar cómo se habrá sentido la otra persona, puede que no seas capaz de entenderlo realmente. Es esa otra persona la que tendrá que decirte cómo se ha sentido realmente.
Pasa a la acción: te pido disculpas si me he equivocado
Ahora puedes dirigirte a la persona herida. Es útil empezar con una actitud tranquila que transmita sinceridad. Comparte lo que has descubierto de ti mismo al mirar en tu interior, dejando claro que tu intención no es encontrar justificaciones, sino proporcionar medios para el entendimiento mutuo.
También puedes compartir lo que imaginas que el otro haya podido sentir, oír y pensar, y pedir a la persona en cuestión que complemente, corrija y añada lo que considere oportuno. Esto es muy importante para que la otra persona sienta que realmente la estamos escuchando.
Comparte un plan
Una vez hayas entendido cómo se ha podido producir el error, es hora de pensar en el futuro. Comparte cómo piensas evitar que vuelva a ocurrir lo mismo, por ejemplo:
- "Tendré más cuidado con esto".
- "Te preguntaré qué piensas antes de...".
- "Anotaré en mi agenda los compromisos compartidos".
y pregunta si hay otras cosas que puedas hacer y que quizás no se te hayan ocurrido. De este modo obtendrás un recurso colaborativo entre ambas partes.
Intenta realmente no volver a hacerlo
Cuando decidimos pedir perdón, debemos recordar que no solo estamos intentando solucionar una situación desagradable, sino que también nos estamos esforzando en mejorar nuestro comportamiento futuro.
Si tú y tu interlocutor os habéis confrontado de verdad, y este último ha decidido perdonar tu error, será mucho más fácil no volver a hacerse daño, al menos en lo que respecta a la cuestión concreta a la que se refiere la disculpa.
El preciado valor de una disculpa
Independientemente de que se trate de pedir perdón a un ser querido, a un amigo, a los padres o a un compañero de trabajo, pedir disculpas es un proceso que sin duda requiere energía y también la voluntad de mirar dentro de uno mismo y admitir los propios errores.
Puede parecer trivial, pero para algunas de esas personas que "no saben pedir perdón", no es tan fácil hacer una autoevaluación lo más objetiva posible. Sin embargo, merece la pena intentarlo.
A largo plazo, aprender a pedir perdón puede devolver la intimidad, la confianza, la comprensión y la serenidad en las relaciones.