Ya sea por un mal día en el trabajo, por un malentendido con alguien de tu entorno, por una discusión de tráfico...la ira es una de las emociones que puede aflorar en este tipo de situaciones.
La ira, al igual que la emoción de la rabia, no tiene buena fama y se relaciona con gritos, críticas feroces, acusaciones descabelladas e incluso con violencia. Muchas veces, cuando pensamos en esta emoción, en realidad lo que nos viene a la cabeza es la imagen de los ataques de ira.
Cada emoción, ya sea la ira, el miedo, la tristeza, la ansiedad, los celos… desempeña una función importante y necesaria para nuestra supervivencia. El problema viene cuando una persona se ve invadida de forma extrema por alguna de sus emociones (usualmente miedo, rabia, ira…) y pierde el control (secuestro emocional) produciéndose una respuesta desproporcionada e incontrolable.
En esta entrada del blog, exploramos qué son los ataques de ira en adultos, qué los provoca, cómo afrontarlos y qué hacer cuando alguien sufre uno.
La emoción de la ira y los ataques de ira
Como decíamos, la ira es una emoción natural y normal que cumple con una función. Desempeña el papel de defensa y lucha ante situaciones de injusticia, agravio, peligro y ataque.
Hablamos de ira desadaptativa cuando esta nos desborda, se dispara continuamente, la dirigimos de forma desmedida hacia otras personas o cuando aparece en multitud de situaciones porque todas las percibimos como amenazantes.
¿Qué son los ataques de ira?
¿Qué es un ataque de ira en un adulto o en una persona joven? Tener un ataque de ira es la consecuencia de un enfado intenso en el que se reacciona repentinamente de forma agresiva y violenta. La diferencia con un “enfado común” es que con el ataque de ira la persona pierde el control y su comportamiento puede incluir gritos, chillidos y agresiones físicas, así como agresiones verbales y amenazas.
¿Cuánto dura un ataque de ira?
Los ataques de ira como tales son pasajeros y duran minutos. Sin embargo, sentir la emoción de la ira puede durar más tiempo.
La ira sigue un camino ascendente que desemboca en lo que llamamos ataque de ira. Hay una primera fase de activación (cuando la persona ha interpretado algo como un agravio, una humillación, un ataque...) que va in crescendo hasta el punto de relegar la racionalidad; entonces, se produce la fase de disparo y descarga de la ira. Después de esto, y si no hay ningún suceso que vuelva a hacer que se dispare, la ira empezará a decaer, la persona se empezará a calmar y su racionalidad se restablecerá.
¿Qué es el trastorno explosivo intermitente?
¿Qué ocurre cuando alguien experimenta muchos ataques de ira con un comportamiento extremo, radical, agresivo y desproporcionado para una situación? Puede que la persona sufra un trastorno explosivo intermitente (TEI), calificado en el DSM-5 como parte de los trastornos del control de los impulsos.
El trastorno explosivo intermitente suele comenzar al final de la infancia o en los primeros años de la adolescencia. No se conoce la causa exacta que lo provoca, aunque se cree que está relacionado con haber estado expuesto a violencia (por ejemplo, violencia doméstica) desde edad muy temprana, o bien a algún componente genético u otros trastornos de salud mental (trastornos de la personalidad, de conductas disruptivas, TOC, TDAH...).
Si reconoces en tu propio comportamiento un posible trastorno explosivo intermitente, ir al psicólogo te ayudará a reducir o manejar mejor esos episodios repentinos y frecuentes de agresividad verbal o incluso física. Además, te ayudará a explorar las situaciones en las que se producen los episodios y las emociones que activan la ira y la rabia.
Síntomas de los ataques de ira en personas adultas
Si te preguntas cómo saber si tienes ataques de ira, a continuación, enumeramos los síntomas más habituales:
- Experimentar un aumento de temperatura desde el tronco hasta la cara. Puedes sentir rubor y también esa sensación que describimos como “me hierve la sangre”.
- El corazón se acelera, incluso puedes sentir taquicardia.
- Los músculos se tensan. Depende de cada persona, pero puedes notar la tensión en la mandíbula, en las manos, en la zona del cuello…
- El tono de tu voz se altera, sube, incluso te aceleras al hablar.
- La respiración se agita.
- Sudoración.
Causas de los ataques de ira
No hay ataques de ira sin motivo, en muchas ocasiones lo que no vemos es el estrés, la ansiedad, los problemas familiares, laborales, económicos etc., que hay detrás de ese ataque de ira repentino.
¿Por qué una persona tiene ataques de ira? Existen diversas causas que pueden provocarlos, algunos de los motivos más comunes para que se produzca el ataque de ira son estos:
- Baja tolerancia a los estímulos negativos. Por ejemplo, la frustración suele ir ligada a la ira. Cuando algo interfiere en el camino hacia un objetivo o un deseo, sentimos frustración y eso puede desembocar en un enfado intenso que conduzca a un ataque de ira.
- Intolerancia a las críticas por lo que de forma rápida estas pueden ser vistas como humillaciones, agravios… (en algunas personas podría relacionarse con la herida narcisista).
- Sufrir algún trastorno psicológico (trastorno bipolar, fobias, e incluso ansiedad, estrés y depresión, como apuntan algunas investigaciones…).
- Abuso de sustancias nocivas que afectan el funcionamiento cerebral (los efectos de las drogas, como el alcohol, dificultan la gestión de las emociones, según un estudio).
- Tener una personalidad impulsiva (personas que tienen serios problemas para controlar y gestionar las emociones).
- Haber aprendido, en el pasado, el ataque de ira como única forma de reaccionar en determinadas situaciones.
Cómo afrontar y controlar los ataques de ira
Ante la pregunta “¿cómo controlar mis ataques de ira?” no tenemos una pócima mágica para darte, pero sí algunos consejos.
Respirar hondo y contar hasta diez se dice pronto, ponerlo en práctica siempre cuesta más. Pero lo cierto es que las respiraciones profundas pueden ayudar a bajar el ritmo cardíaco, a calmarse y relajarse y, por tanto, a reducir la intensidad de la ira.
La meditación, el ejercicio físico y evitar las situaciones estresantes son actividades que ayudan a tener más paciencia, empatía y nos ayudan a expresar nuestras emociones de una forma más adaptativa.
Hay que tener en cuenta que los ataques de ira tienen mucho que ver con la interpretación del hecho que lo ha desencadenado. Es importante tener la capacidad de reconocer las señales del enojo y detectar por qué está ocurriendo. De esta forma, será más fácil controlar el nivel del enfado.
También es probable que te preguntes cómo evitar ataques de ira, en este caso las recomendaciones son parecidas. Cuando nos enfadamos es fácil decir algo que luego nos pese, así que es mejor pararse a pensar antes de hablar y ordenar nuestros pensamientos. De ese modo, nos expresaremos mejor y desde la calma. Es correcto comunicar aquello que nos desagrada, pero sin alterarnos y sin confrontación.
Consecuencias de los ataques de ira
“La ira es un ácido que puede hacer más daño al recipiente en la que se almacena que en cualquier cosa sobre la que se vierte” Séneca
Un ataque de ira no solo lastima a quien va dirigido sino también a quien lo sufre. Manifestar la ira de forma desproporcionada y gestionar mal esta emoción nos acarreará consecuencias, entre las cuales podemos destacar:
- Conflictos con la pareja, incluso faltas de respeto o violencia en aquellos casos más descontrolados, lo que acabará deteriorando la relación.
- Consecuencias negativas en el terreno laboral con los compañeros, superiores etc. Una persona que entra en cólera con ataques explosivos de ira en el trabajo puede ser amonestada o incluso acabar perdiendo su empleo.
- Deterioro de la relaciones familiares y la vida social. A nadie le gusta sufrir la ira de otra persona y nuestro entorno puede reaccionar a nuestros ataques de ira repentino distanciándose si esa situación les sobrepasa.
- Provocar sentimientos de culpa, vergüenza y arrepentimiento en la persona que sufre de ataques de ira.
Qué hacer cuando alguien sufre un ataque de ira
Hasta ahora hemos hablado de los ataques de ira desde el punto de vista de quien se ve descontrolado por su nivel de ira, pero, ¿qué hacer cuando estamos ante alguien que tiene un ataque de ira? Algunos consejos a seguir:
- Mantener la calma. En la medida de lo posible, debemos mantener la calma para ayudar a desescalar la situación.
- Respetar el turno de palabra, no interrumpir y hablar con asertividad y con un tono de voz tranquilizador. Se pueden usar frases como por ejemplo: “ Creo que podemos resolver cualquiera que sea el problema, con tranquilidad”. “ Te estoy escuchando. Déjame saber si estoy entendiendo lo que ocurre. Te ha molestado...”.
- Evitar el lenguaje de confrontación y hablar alto ya que de lo que se trata es de neutralizar la ira de la otra persona.
- Echar mano de la empatía y tratar de entender cómo se siente esa persona y porqué.
Cómo tratar los ataques de ira: terapia
Por un lado, en las sesiones de terapia se trabajará el desarrollo de técnicas y estrategias para resolver conflictos; por otro lado, se centrará en reconocer los impulsos de ira, el control de pensamientos y la gestión del estrés. Y, por último, la terapia puede utilizarse para explorar las razones subyacentes por las que el conflicto, la ira y los ataques de ira se han convertido en un problema.
La terapia individual para el manejo de la ira brinda las herramientas adecuadas para poder manejarla y canalizarla de una manera efectiva. Entre los tratamientos más efectivos para manejar la ira está la terapia cognitivo-conductual.
Conclusiones
La emoción de la ira usada de forma adaptativa es útil en depende qué situaciones. El problema viene cuando es difícil de controlar y conduce a un comportamiento agresivo, cuando tienes de forma regular ataques de ira que no puedes frenar. Por eso, es importante reconocer los signos de un enfado creciente, controlar los nervios y tomar medidas para evitar que vaya a más y acabar estallando.
Con las herramientas adecuadas, puedes aprender a regular tus emociones y evitar comportamientos que pueden tener un impacto negativo en tu vida. La ayuda profesional es beneficiosa para controlar la ira y una posible desregulación emocional. La terapia te proporcionará:
- apoyo y orientación;
- incremento del bienestar emocional;
- mejora de tus relaciones;
- aumento de la sensación de control y seguridad en tu conducta;
- mejor conocimiento de ti mismo/a
- autocuidado.
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