Pasar tiempo al aire libre, en espacios naturales como montañas, bosques o playas, y también en los espacios verdes de las ciudades, como parques o avenidas arboladas, se ha asociado repetidamente a diversos beneficios para la salud, como un mejor desarrollo cognitivo y un mayor bienestar mental y físico.
La presencia de espacios verdes en las ciudades hace a la gente más feliz, ya que respirar aire puro y pasear por un parque hace menos pesada la vida en las grandes ciudades. Diversos estudios (M.P. White, 2021) han confirmado que los momentos que pasamos rodeados del verdor de la naturaleza o incluso en la playa son muy beneficiosos para regenerar la psique y nuestro estado de ánimo.
Beneficios para el cuerpo y la mente
Con solo dar dos pasos al aire libre, podemos sentir inmediatamente una sensación de tranquilidad y combatir así la ansiedad, la depresión y el estrés. De hecho, según la hipótesis de la biofilia, todos los elementos naturales contribuyen a mejorar nuestro bienestar psicológico. La mente, en contacto con la naturaleza, encuentra la paz y la calma a su propio ritmo, reduciendo significativamente los niveles de estrés. Más tranquilidad significa menos sustancias nocivas circulando por el organismo, empezando por la hormona del estrés, el cortisol.
Pasear al aire libre también tiene otros efectos positivos, por ejemplo, un simple paseo por el bosque reaviva la circulación sanguínea (C. Twohig-Bennett et al., 2018). Este beneficio, junto al hecho de recuperar la sensación de relajación, ayuda a reducir la hipertensión y potencia en gran medida la acción de las células asesinas, lo cual aumenta la eficacia del sistema inmunitario.
El mar también tiene beneficios: libera la mente y nos aporta tranquilidad y una sensación regeneradora de bienestar. El aire marino también es rico en yodo y nuestro organismo se alimenta de las sales minerales que contiene. Escuchar el rumor de las olas ayuda a entrar en estado de meditación y se suele utilizar con frecuencia en ejercicios de relajación.
Naturaleza y bienestar: un doble autorregalo
Según un estudio sobre los beneficios de la naturaleza en el bienestar (M.P. White, 2019), dos horas semanales en contacto con la naturaleza pueden ser suficientes para mejorar nuestro bienestar. Estar inmerso en un paisaje natural ofrece beneficios indiscutibles respecto a quedarse encerrado en casa o en la oficina. Según los investigadores:
- Es importante organizar los compromisos semanales de forma que podamos sacar tiempo para pasar momentos en un entorno natural.
- No es indispensable realizar una actividad física, ya que la simple contemplación de un entorno natural también mostró los mismos resultados.
- Es importante alejarse del estrés y de la rutina, de modo que no importa si se opta por bosques, prados o parques verdes dentro de la ciudad.
- Pasar aún más tiempo no parece ayudar más, es decir, pasar más de dos horas no parece reportar un beneficio adicional.
La investigación muestra que el factor determinante es la propia naturaleza, aunque todavía no está del todo claro qué factores generan una diferencia considerable entre quienes pasan tiempo en contacto con la naturaleza y quienes no.

Redescubrir el contacto con la naturaleza
El estilo de vida moderno nos ha acostumbrado a vivir en ciudades llenas de hormigón y con altos índices de contaminación, que ciertamente no mejoran nuestra calidad de vida, sino que más bien tienen un impacto negativo sobre nosotros. Una de las consecuencias de todo ello es, por ejemplo, la ecoansiedad, un estado de angustia que está relacionado con la percepción de los drásticos cambios medioambientales que amenazan nuestro hogar y territorio.
Hoy en día existen muchos movimientos que luchan por la protección del medio ambiente y que nos invitan a redescubrir el contacto con los lugares vírgenes de la Tierra mediante prácticas que nos animan a recuperar la naturaleza. Un ejemplo que merece la pena mencionar es el Shinrin-yoku o “baño de bosque”. Esta práctica consiste en abrazar árboles y meditar en la naturaleza como terapia para combatir la ansiedad, la depresión y el estrés.
Volver a acercarse a la naturaleza, cuidarla y respetarla
Cuanto más aprendemos a amar y apreciar los espacios naturales, más se activa nuestra conciencia medioambiental y la sensibilización respecto al deber de elegir un estilo de vida más sostenible. Para algunas personas, desplazarse a lugares verdes puede resultar difícil o agotador, pero traer un poco de naturaleza a su casa es posible con la ayuda de la jardinería. Crear y cuidar un huerto o jardín casero ayuda a potenciar la creatividad, mejorar el bienestar y regular el estado de ánimo.
Contacto con la naturaleza en la infancia y la adolescencia
Vivimos en una época en la que los niños y adolescentes suelen pasar una gran cantidad de horas delante de una pantalla, cada vez más solos y sin uno de los recursos más importantes para el desarrollo: compartir tiempo y experiencias con otros niños y adolescentes. De modo que es importante que tanto los padres como los profesores se armen de nuevas herramientas para salvaguardar el bienestar de los más pequeños.
En este sentido, estar en contacto con la naturaleza tiene un efecto positivo que va mucho más allá de una simple «bocanada de aire». Pasar tiempo en la naturaleza puede ayudar a los niños a:
- mejorar su bienestar y reducir los trastornos depresivos y los comportamientos problemáticos;
- favorecer el desarrollo armonioso del sistema locomotor;
- favorecer la interacción con los compañeros, el desarrollo de la autonomía y de la autoestima;
- reforzar el cociente intelectual;
- desarrollar una capacidad de resiliencia;
- ayudar a mantener la concentración y la atención;
- estimular el desarrollo de una actitud empática;
- incentivar la creatividad y la colaboración;
- permitir una mejor gestión de los factores de estrés y ansiedad;
- reforzar el sentimiento de pertenencia a una comunidad sana y respetuosa con el medio ambiente.
En resumen, zambullirse en la naturaleza puede ser beneficioso para nuestro bienestar, ayudarnos a recuperar el equilibrio y permitirnos afrontar el frenesí del mundo moderno con más serenidad. Un paseo por el campo o un parque puede convertirse en un buen hábito que nos permite dedicarnos tiempo a nosotros mismos, reencontrar un ritmo de vida más tranquilo y redescubrir cómo el contacto con la naturaleza puede ser una fuente de energía para nuestro cuerpo y nuestra mente.