¿Quién no ha sentido alguna vez apatía? Esos días en los que parece que has conectado el piloto automático y haces las cosas porque toca hacerlas, pero interés…cero. Pero, ¿qué es la apatía y cuál es su significado en psicología?
Para dar un significado al término apatía, podemos partir de su etimología. Apatía procede del griego pathos, que significa "emoción, sentimiento", y del prefijo a, que significa "sin"; por tanto, puede traducirse como "falta de pasión".
El neuropsiquiatra R. Marin la definió como un "síndrome de desmotivación primaria", es decir, una "pérdida de motivación no atribuible a una disminución del nivel de conciencia, a un deterioro cognitivo o a un estrés emocional".
A lo largo de los años, la apatía ha recibido cada vez más atención debido a sus efectos sobre las emociones, el comportamiento y la función cognitiva. Hoy en día, parece probable que la apatía en personas con un trastorno depresivo sea el resultado de un procesamiento emocional y afectivo alterado.
Sin embargo, es importante destacar que el comportamiento apático también puede darse en ausencia de un estado de ánimo depresivo y que, como veremos, existe una diferencia entre apatía y depresión.
La apatía en psicología
¿Qué significa la apatía en términos psicológicos? Puede definirse como una falta de interés por diversos aspectos de la vida, incluidas las actividades cotidianas normales y las actividades sociales. La apatía puede presentarse en distintos grados, pero también es un síntoma de distintos trastornos mentales, como decíamos antes, por ejemplo, la depresión.
La apatía es un estado psicológico caracterizado por una disminución o ausencia de reacciones emocionales ante situaciones y acontecimientos cotidianos. El estado de apatía se caracteriza por sentimientos de indiferencia y falta de emoción, hasta el punto de que el término se utiliza a menudo para describir una falta de atención o preocupación: "Siento apatía, siento que no tengo estímulos ni interés".
En algunos casos, esta pérdida de interés por diversos aspectos y acontecimientos de la vida suele ser signo de una enfermedad subyacente como algún trastorno mental, aunque también puede darse en ausencia de otras afecciones. Se puede sufrir apatía por el recuerdo de traumas infantiles o por estar atravesando alguna de las etapas de un duelo complicado, etc.
“Síntomas” de la apatía
¿Es la apatía una enfermedad? En sí misma, no es una enfermedad reconocida, lo que significa que no tiene su propia lista de síntomas psicológicos para diagnosticarla clínicamente. Sin embargo, el signo más común que muestra una persona con apatía es una falta general de interés por la vida, o indiferencia hacia cosas que suelen ser interesantes. Esta falta de motivación puede estar relacionada con no satisfacer las necesidades básicas y superiores presentadas en la teoría de la pirámide de Maslow.
Cuando una persona siente apatía, puede tener poco o ningún interés en hacer nada y ninguna motivación para hacer cambios en su vida. Esto puede provocar los siguientes problemas:
- Disminuye el nivel de placer de las aficiones y otras actividades.
- Disminuye el interés por mantener relaciones o pasar tiempo con otras personas (pasividad).
- Hay poca respuesta a los acontecimientos y cambios de la vida.
- Hay menos motivación para alcanzar los propios objetivos y progresar en la vida.
La apatía también conlleva síntomas físicos, como fatiga y astenia, y no es infrecuente que la apatía se asocie a desgana, cansancio, somnolencia o letargo, dificultad para concentrarse, prestar atención o completar tareas.
La apatía y la depresión tienen algunos síntomas similares pero, mientras que la apatía puede aparecer en personas con depresión clínica, las personas que no están afectadas por este trastorno pueden experimentar un periodo de apatía en determinados momentos de su vida. Pero, ¿por qué se vuelve uno apático? ¿Cuándo hay que preocuparse?
Las causas de la apatía
Casi todo el mundo experimenta momentos de apatía al menos una vez en la vida. La pérdida de interés, ese sentirse indiferente al mundo, vacío y apático, es un problema común que puede darse cuando uno se siente estresado (apatía por estrés) o simplemente agotado y necesita tiempo para sí mismo.
La apatía ocasional no suele considerarse un gran problema. Uno puede experimentar un momento de apatía tras una decepción, puede sentir apatía hacia su pareja (ya sea apatía sentimental o sexual) o experimentar períodos de apatía incluso en el trabajo. Pero, en estos casos, no se trata de apatía grave.
Sin embargo, en los casos de apatía crónica, esta condición se convierte en un aspecto persistente de la vida de la persona que la experimenta y puede mutar en "apatía patológica", interfiriendo en la capacidad de experimentar placer, mantener relaciones románticas y disfrutar de una vida plena y feliz.
También hay casos en los que la apatía está causada por trastornos psiquiátricos y enfermedades físicas, como por ejemplo:
- Trastorno depresivo mayor.
- Otras formas de los diferentes tipos de depresión, como la depresión reactiva.
- Esquizofrenia.
- Enfermedad de Alzheimer.
- Enfermedad de Parkinson.
- Enfermedad de Huntington.
- Demencia frontotemporal.
- Apoplejía.
En estos casos, es posible que el tratamiento de la enfermedad implique el uso de fármacos o psicofármacos que también actúen sobre la apatía.
Otras posibles causas psicológicas de la apatía en algunos casos incluyen factores situacionales o ambientales. Por ejemplo, es frecuente que las víctimas de acontecimientos traumáticos o de grandes reveses en la vida desarrollen una apatía que les ayuda a mantener cierta estabilidad emocional.
Ser apático o apática: ¿en qué sentido?
Existen diferentes tipos de apatía:
- La apatía emocional se caracteriza por una falta de contacto con las propias emociones, pero que debemos distinguir de la anestesia emocional, que en cambio lleva a ignorar, ocultar o no expresar las emociones que uno siente.
- La apatía conductual se identifica con una falta de comportamiento autoiniciado y en la que predominan la fatiga y la desgana.
- Apatía general, caracterizada por una motivación reducida, falta de fuerza de voluntad, respuestas emocionales pobres y falta de compromiso social.
A veces, el término apatía puede utilizarse erróneamente, es decir, con un significado poco preciso, para describir estados emocionales con los que tiene algunos puntos en común. Veamos en detalle algunas diferencias entre la apatía y otras afecciones psicológicas.
Apatía y anhedonia
La anhedonia se distingue de la apatía porque, mientras esta última se refiere a una falta de motivación o de inversión de energía a muchos niveles, la primera representa la falta de un sentimiento específico: el placer.
Sin embargo, la anhedonia puede ser un signo de apatía y no es infrecuente que una persona experimente ambas al mismo tiempo. No obstante, siempre es bueno recordar que una persona apática carece de interés por diversos aspectos de la vida, como las actividades cotidianas rutinarias y las interacciones sociales.
Para diferenciar claramente la apatía de la anhedonia, también es bueno señalar la clasificación de dos tipos de anhedonia:
- Anhedonia social: cuando una persona se retira de las interacciones con los demás, de las que obtiene menos placer que antes.
- Anhedonia física: cuando, por ejemplo, alguien no se siente alimentado por un abrazo sino que, por el contrario, el contacto físico puede provocar una sensación de vacío.
La anhedonia puede contarse entre los síntomas de algunos trastornos de la personalidad, el trastorno de estrés postraumático, la depresión y las adicciones a sustancias.
Apatía y abulia
La abulia se define como un "síndrome hipofuncional" que se caracteriza por la falta de iniciativa, espontaneidad, lentitud de pensamiento (pereza) y embotamiento de las respuestas emocionales y de la capacidad de reacción a los estímulos externos.
Por lo tanto, la abulia y la apatía son, a primera vista, muy similares. Concretamente, el concepto de abulia se refiere a la falta de voluntad, impulso o iniciativa para la acción, el habla y el pensamiento, y debe distinguirse de la incapacidad para realizar una actividad debido a un deterioro cognitivo o físico.
La principal diferencia entre apatía y abulia es que la primera representa una falta total de emoción o motivación (sobre una persona, actividad u objeto) y falta de interés o entusiasmo, mientras que la abulia es ausencia de fuerza de voluntad o decisión.
Apatía y empatía
En aras de la exhaustividad, señalemos también las diferencias entre apatía y empatía.
La empatía es la capacidad de una persona para comprender y sentir las emociones de otra. Permite compartir las experiencias y emociones de otra persona, es la capacidad de ponerse en el lugar de otra persona y surge de la creación de una conexión emocional con alguien.
Por el contrario, la apatía es la ausencia de la capacidad de conectar con las propias emociones, que es un requisito previo para la empatía.
Apatía en los ancianos
Durante la vejez es posible encontrar apatía afectiva o conductual, que indica la ausencia de una respuesta adecuada a distintos tipos de estímulos. También se manifiesta en forma de reducción de la iniciativa motora y emocional.
Es una condición muy común en personas con deterioro cognitivo y suele estar presente en personas con enfermedad de Alzheimer y enfermedad de Parkinson.
Apatía en niños y niñas
Durante la infancia, la apatía se caracteriza por la falta de emoción y ganas de no hacer nada. Las dificultades que pueden encontrar los niños pequeños en sus experiencias vitales (por ejemplo, en la escuela) son un factor especialmente importante en la aparición de un estado de apatía e indefensión aprendida.
Hay que tener en cuenta cómo los cambios que se experimentan a una edad temprana pueden poner a menudo a prueba el equilibrio emocional, hasta el punto de que la apatía de un niño puede ser también una manifestación de la emoción de la rabia o de la ira.
La apatía en la adolescencia
En la adolescencia, los chicos y chicas pueden manifestar habitualmente apatía en forma de "aburrimiento". En concreto, pueden percibir una sensación de vacío, por la que sienten que no tienen nada de qué preocuparse, así como de atrapamiento, con la percepción de tener que realizar tareas o acciones forzadas en las que no se tiene ningún interés.
La transición a la edad adulta exige poner fin a algunos de los intereses de la infancia. Así, un adolescente que antes tenía un interés permanente por un determinado tipo de juego puede desarrollar una serie de intereses completamente nuevos en el momento de la pubertad; en este caso sería de esperar un cierto nivel de apatía hacia lo que antes le interesaba.
En otros casos, la apatía puede ser el resultado de los cambios que uno experimenta en la estructura familiar, en la estructura escolar, en las relaciones con el grupo de iguales, o puede ser el resultado de un proceso natural de maduración.
Apatía: cómo salir de ella con terapia psicológica
Para entender mejor la apatía e intentar comprender las razones subyacentes y hacerle frente, la terapia psicológica puede ser una valiosa aliada. Con la ayuda de un psicólogo o psicóloga, es posible redescubrir las emociones, volver a entrar en contacto con ellas y vivirlas plenamente.
Un profesional puede junto con el paciente:
- Comprender por qué uno se vuelve apático en un momento determinado de su vida.
- analizar si la apatía ha estado presente durante algún tiempo y no parece haber ningún cambio en la forma en que uno experimenta diversas situaciones a nivel emocional.
- Comprender si la apatía es un síntoma de otros trastornos psicológicos.
- Controlar los síntomas que pueden derivarse de un comportamiento apático y encontrar un remedio para, por ejemplo, la apatía y la ansiedad, una emoción secundaria que puede derivarse de un comportamiento apático.
- Aprender a salir de un estado de apatía modificando algunos posibles comportamientos disfuncionales.
La apatía puede afectar muy a menudo a diferentes ámbitos de la vida, como el relacional, el personal, el familiar y el laboral: el primer paso es buscar ayuda de un profesional presencial o un psicólogo online.
De hecho, las emociones representan un recurso importante y permiten afrontar de forma sana y constructiva muchas situaciones que se viven. Cuidarlas es un acto de amor hacia uno mismo y hacia los demás.