El mobbing o acoso laboral es una de las formas más encubiertas de malestar en el ámbito profesional, ya que las dinámicas que derivan del mismo se suelen menospreciar o considerar normales.
Para confirmarlo, algunas cifras hablan por sí solas: como menciona el informe de salud mental y trabajo de 2024 (UGT, 2024), en torno a una de cada cinco personas empleadas en el mundo han experimentado violencia y acoso en el trabajo, ya sea física, psicológica o sexual.
Otra investigación realizada por la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EU-OSHA, 2022) sacó a relucir que el 22 % de los trabajadores en Europa han sufrido diversos problemas laborales a lo largo de su vida, entre los que se encuentran el acoso y la intimidación.
Estos datos se traducen en millones de personas que se ven afectadas por el mobbing laboral, lo cual tiene efectos negativos en la productividad empresarial y, sobre todo, en la salud física y mental de los trabajadores. En concreto, las consecuencias del acoso laboral en la salud pueden incluir estrés crónico, problemas psicosomáticos y, en los casos más graves, la retirada definitiva del mundo laboral.
A pesar de la gravedad del problema, muchas víctimas no denuncian el mobbing, ya sea por miedo a las represalias o por la dificultad para obtener pruebas con las que demostrarlo. En este artículo abordaremos la definición de acoso laboral, cómo se manifiesta el mobbing en el trabajo, cuáles son sus consecuencias psicológicas, cómo se puede afrontar con ayuda psicológica y qué acciones se pueden tomar para protegerse.
¿Qué es el mobbing y cómo se produce?
El término mobbing tiene su origen en el verbo inglés to mob, que significa “rodear, asaltar en grupo”, y se utiliza como un sinónimo de acoso laboral. La etimología del término refleja a la perfección el comportamiento vejatorio típico de esta dinámica, que consiste en un conjunto de acciones deliberadas, reiteradas y pensadas para herir a una persona en el contexto laboral.
Un ejemplo típico de acoso laboral puede ser el hecho de bajar de categoría o marginar extremadamente a un trabajador.
El psicólogo sueco Heinz Leymann fue el que introdujo este concepto en los años 80, definiendo el mobbing como “una escalada de conflictos en el puesto de trabajo en la cual los compañeros o los superiores atacan de forma sistemática a una persona”.
Según Leymann (1996), el mobbing no se limita a un único episodio, sino que se refiere a una serie de acciones que se prolongan en el tiempo, como los insultos, la exclusión deliberada, las críticas injustificadas o el sabotaje del trabajo.
Dichos comportamientos contribuyen a la creación de un clima de aislamiento e inseguridad que, a su vez, pone en riesgo el bienestar laboral y la confianza que los trabajadores tienen en su profesionalidad.
Mobbing horizontal y vertical
Aunque se han identificado diversos tipos de acoso laboral, una distinción importante es, por ejemplo, la de mobbing horizontal y mobbing vertical.
- El mobbing o acoso laboral horizontal: se da entre compañeros que se encuentran en el mismo nivel de jerarquía. Suele estar alimentado por rivalidades personales, celos profesionales o dinámicas de grupo que tienden a ser tóxicas. Un ejemplo de acoso laboral entre compañeros es cuando se excluye a una persona de proyectos importantes o los compañeros se burlan públicamente de los errores que una persona haya podido cometer.
- El mobbing o acoso laboral vertical: implica tanto a los superiores como a los subordinados y se puede subdividir en acoso laboral vertical descendente y ascendente. El primer caso es la forma más común, en la que un superior utiliza su poder para humillar o dañar a un empleado; mientras que en el segundo caso es el grupo de subordinados el que se une contra un jefe.
Entre las consecuencias que el acoso laboral horizontal o vertical puede tener en las víctimas, podemos encontrar el sentirse aislado e infravalorado y el no ser capaz de reaccionar. Esto se produce especialmente en los contextos empresariales en los que no existe un sistema eficaz de gestión de conflictos.

Causas del acoso laboral y posibles factores desencadenantes
El acoso laboral nunca surge por casualidad, es el resultado de una serie de factores individuales y organizacionales, como pueden ser:
- Las dinámicas de poder: el deseo de controlar o eliminar a una determinada persona que puede ser percibida como una amenaza en el ámbito laboral y la proyección profesional.
- Un entorno laboral tóxico: la falta de transparencia, la competitividad extrema o la ausencia de un liderazgo positivo crean un terreno fértil para la aparición de conductas humillantes o vejatorias.
- Una gestión inadecuada de los conflictos: en las empresas en las que se tiende a no afrontar los conflictos de forma concreta, inmediata y directa, estos suelen transformarse en comportamientos abusivos en toda regla.
Mobbing y género
El vínculo que existe entre el mobbing y el género es un aspecto que se suele pasar por alto. Las mujeres se exponen especialmente a este tipo de abuso, que se puede caracterizar por el sexismo, los comentarios inapropiados o la exclusión sistemática.
Según una encuesta realizada por la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA, 2024), una de cada tres mujeres ha sufrido acoso en el trabajo a lo largo de su vida, con una sobreposición frecuente entre el mobbing y la discriminación de género. En este sentido, es importante distinguir entre dos fenómenos:
- el mobbing en el puesto de trabajo hace referencia a comportamientos sistemáticos de vejación, independientemente del género;
- el acoso en razón del género incluye cualquier forma de discriminación, abuso o violencia con base en el sexo o la identidad de género.
Aunque se trate de dinámicas diferentes, en algunos casos ambos tipos de acoso pueden darse de forma contemporánea, lo cual hace que la situación de la víctima sea aún más compleja.
Por ejemplo, el mobbing puede ir acompañado de actitudes sexistas o de verdaderos episodios de acoso físico o verbal, especialmente en los contextos laborales en los que siguen predominando los estereotipos de género o los desequilibrios de poder entre hombres y mujeres.
Con respecto a esto, Fitzgerald y Cortina (2018) observan que las mujeres que sufren acoso laboral relacionado con el género también tienen una probabilidad significativamente mayor de ser víctimas de acoso laboral encubierto y sistemático, como ser excluidos de las decisiones importantes o ver saboteadas sus actividades. Esto puede acarrear consecuencias psicológicas todavía más graves, como el desarrollo de ansiedad, depresión y sensación de aislamiento.
Consecuencias del acoso laboral y síntomas de las víctimas
Las consecuencias del mobbing en la salud pueden ser devastadores para quien lo sufre, tanto a nivel físico como mental. Algunos de los síntomas físicos más comunes son el dolor de cabeza crónico, los trastornos gastrointestinales, el insomnio y el cansancio crónico. En cambio, a nivel psicológico, las víctimas pueden presentar:
- ansiedad y ataques de pánico,
- depresión,
- empeoramiento de la autoestima,
- problemas para concentrarse y pérdida de confianza en sus capacidades.

Los efectos psicosomáticos del mobbing también pueden manifestarse a largo plazo. La víctima de acoso laboral puede desarrollar, por ejemplo:
- un trastorno de estrés postraumático (TEPT), similar al que presentan las personas que han experimentado traumas graves,
- problemas en sus relaciones personales y aislamiento social,
- menor capacidad para afrontar nuevas experiencias laborales.
Como afirman Einarsen y cols. (2020) en Bullying and harassment in the workplace, las víctimas de acoso laboral tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar patologías cardiovasculares y depresión respecto a la población general.
Mobbing laboral y ayuda psicológica
La psicología ofrece herramientas muy relevantes para gestionar los efectos psicológicos del mobbing, como:
- La terapia cognitivo-conductual (TCC), para apoyar y ayudar a las víctimas a reconocer y modificar los pensamientos negativos asociados a la experiencia de acoso laboral que han vivido.
- La terapia de grupo, para facilitar que las víctimas puedan compartir lo que han vivido y encontrar apoyo emocional hablando con otras personas que han pasado por situaciones similares.
- Las técnicas de gestión del estrés, como el mindfulness y la relajación muscular progresiva, pueden ayudar a reducir el estrés laboral y a mejorar el bienestar general de la persona.
Para muchas víctimas de mobbing, la vuelta al trabajo puede ser un reto complejo. Los programas de rehabilitación psicológica y apoyo pueden ser una buena herramienta para reconstruir la autoestima, aprender a gestionar posibles conflictos futuros y reconocer las señales de un ambiente de trabajo tóxico para poder evitarlo.
Acoso laboral: ¿qué hacer?
Quien es víctima de comportamientos vejatorios en su lugar de trabajo se puede preguntar cómo demostrar el acoso laboral, cómo denunciar el acoso laboral o simplemente cómo empieza el acoso laboral.
En España, el acoso laboral está tipificado como delito cuando se cumplen determinados requisitos: “1º) Actos hostiles o humillantes. 2º) Conducta reiterada. 3º) Comportamiento asociado a una relación laboral o de servicio funcionarial. 4º) Abuso de superioridad. 5º) Gravedad de los hechos.” (Revista de jurisprudencia laboral, 2021).
Asimismo, las propias empresas pueden desempeñar un papel fundamental en la prevención de las conductas vejatorias, formando a los directivos y empleados en la gestión de conflictos, implementando políticas de tolerancia cero hacia quienes adopten comportamientos de acoso y poniendo a disposición de los empleados sistemas anónimos para notificar posibles casos de acoso laboral y poder así identificar con rapidez las situaciones de riesgo.
El mobbing en el trabajo es un problema que requiere especial atención, no solo por parte de las víctimas sino también de los empresarios. A pesar de los obstáculos, es importante recordar que nadie está solo y que el apoyo psicológico y la consultoría legal pueden marcar la diferencia y representar el primer paso hacia un mayor bienestar.
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