El enfoque sistémico-relacional se centra en las dinámicas relacionales dentro de los sistemas (la familia, la pareja, la comunidad y también los individuos son sistemas). Analiza interacciones y comunicaciones e interviene en el ámbito emocional y relacional, para mejorar las relaciones y resolver conflictos, y promover así el bienestar general del sistema.
Con Unobravo colaboran más de 7.000 psicólogos con diferentes enfoques terapéuticos, entre ellos, el enfoque sistémico-relacional. Descubre el programa de terapia que mejor se adapte a tus necesidades.
La orientación sistémico-relacional es adecuada para gestionar y mejorar los problemas individuales, familiares y de pareja, los trastornos conductuales en niños y adolescentes, y las situaciones de estrés provocadas por cambios vitales significativos dentro de un sistema. Asimismo, resulta útil para diversas áreas de intervención:
La terapia sistémico-relacional tiene en consideración los principios de interconexión y comunicación en las dinámicas relacionales; por lo que ofrece intervenciones eficaces para una amplia gama de problemas psicológicos y relacionales. Estas son algunas de las ventajas de este enfoque:
Ayuda a los individuos y los miembros de la familia a comunicar de manera más consciente sus emociones y facilitar la comprensión de las dinámicas relacionales.
Proporciona estrategias para afrontar y resolver los conflictos de manera constructiva y colaborativa, y experimentar nuevas formas de interacción y comunicación.
Ayuda a comprender mejor los roles dentro de un sistema complejo y modificar las dinámicas relacionales disfuncionales para dar lugar a interacciones más sanas y constructivas.
Ofrece apoyo durante cambios significativos como una separación, un duelo complicado o un traslado, y ayuda a gestionar el estrés.
Mejora el bienestar emocional de un sistema y reduce la ansiedad y la depresión, lo que favorece una mayor comprensión de uno mismo y promueve la empatía entre los miembros de una familia.
Ayuda a reforzar los vínculos entre los miembros de la familia y promueve un sentimiento de cohesión y apoyo recíproco al poner el foco en las fortalezas y la resiliencia.
Para facilitar el cambio, se fija en las competencias, tanto individuales como grupales, para ofrecer soluciones basadas en los recursos y fortalezas que ya existen en los sistemas, pero que no siempre se utilizan.
Considera al individuo dentro del contexto de sus relaciones importantes y ofrece una nueva perspectiva.
Ayuda a los individuos y los miembros de la familia a comunicar de manera más consciente sus emociones y facilitar la comprensión de las dinámicas relacionales.
Proporciona estrategias para afrontar y resolver los conflictos de manera constructiva y colaborativa, y experimentar nuevas formas de interacción y comunicación.
Ayuda a comprender mejor los roles dentro de un sistema complejo y modificar las dinámicas relacionales disfuncionales para dar lugar a interacciones más sanas y constructivas.
Ofrece apoyo durante cambios significativos como una separación, un duelo complicado o un traslado, y ayuda a gestionar el estrés.
Mejora el bienestar emocional de un sistema y reduce la ansiedad y la depresión, lo que favorece una mayor comprensión de uno mismo y promueve la empatía entre los miembros de una familia.
Ayuda a reforzar los vínculos entre los miembros de la familia y promueve un sentimiento de cohesión y apoyo recíproco al poner el foco en las fortalezas y la resiliencia.
Para facilitar el cambio, se fija en las competencias, tanto individuales como grupales, para ofrecer soluciones basadas en los recursos y fortalezas que ya existen en los sistemas, pero que no siempre se utilizan.
Considera al individuo dentro del contexto de sus relaciones importantes y ofrece una nueva perspectiva.
La orientación sistémico-relacional se centra en las relaciones y dinámicas de las personas, las familias y las parejas, y observa los problemas del individuo dentro del contexto en el que se mueven. A continuación enumeramos algunos de los instrumentos y técnicas principales que se utilizan en la terapia sistémico-relacional.
Entre las bases de la psicoterapia sistémico-relacional se encuentran la teoría general de los sistemas, la cibernética, los estudios antropológicos de G. Bateson y los estudios sobre la comunicación de la Escuela de Palo Alto. Posteriormente, M. Bowen desarrolló la Teoría de los sistemas familiares; a la que más tarde contribuyó V. Stair con la terapia familiar sistémica.
El modelo sistémico-relacional se aplica ampliamente en diferentes contextos, entre los que podemos incluir los problemas personales, de pareja y de comunidad.
El futuro de la terapia sistémico-relacional se centra en la integración de nuevas tecnologías como la realidad aumentada para simular dinámicas familiares y relacionales de forma segura y controlada, y en la comprensión de las diversidades culturales y las experiencias de minorías étnicas, sexuales y de género. Esto garantiza que sea posible responder a las necesidades complejas y diversificadas de las familias y de las relaciones humanas.
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Estos son algunos de los psicólogos de Unobravo con un enfoque sistémico-relacional:
El enfoque sistémico-relacional adopta modalidades de intervención que se basan en las interconexiones y las dinámicas dentro de los sistemas, lo que ofrece una visión holística e integrada para comprender y resolver situaciones complejas. La psicoterapia sistémico-relacional considera que los problemas individuales forman parte de un contexto relacional más amplio y trabaja para modificar las interacciones y las estructuras que influyen en el funcionamiento del sistema.
Durante una sesión, el psicólogo o psicóloga con orientación sistémico-relacional trabaja con los sistemas humanos en sesiones de terapia individual o terapia de pareja para explorar sus dinámicas emocionales y relacionales. Utiliza técnicas para mejorar la comunicación, resolver conflictos y promover cambios positivos dentro del sistema, en pro de una mayor comprensión, reciprocidad y armonía.
Esta terapia es eficaz para afrontar diferentes problemas como conflictos familiares, crisis de pareja, trastornos en la infancia y la adolescencia, problemas laborales o estrés relacionado con las dinámicas relacionales.
La duración de la terapia sistémico-relacional puede variar en función de diversos factores, como: la naturaleza y gravedad de los problemas a los que nos enfrentamos, los objetivos terapéuticos y las dinámicas relacionales que estén implicadas.
A diferencia de otros enfoques psicoterapéuticos que se centran únicamente en el individuo, la orientación sistémico-relacional tiene en consideración al individuo en el contexto de sus interacciones con los demás. Esto es un aspecto importante a tener en cuenta, por ejemplo, a la hora de evaluar si se opta por la terapia sistémico-relacional o la cognitivo-conductual.
