El autismo y el TDAH (trastorno de déficit de atención e hiperactividad) son neurodivergencias que pueden manifestarse desde la primera infancia e influir en el desarrollo psicosocial y a menudo en la calidad de vida de la persona y de quiénes la rodean.
Estos cuadros clínicos se caracterizan por déficits conductuales, cognitivos y socio-relacionales específicos que persisten a lo largo del tiempo. Al ser posible confundir el autismo con el TDAH, comprender sus características, causas y las modalidades de intervención existentes es fundamental para poder mejorar la calidad de vida de los pacientes y de sus familias.
Diferencia entre TDAH y autismo: diagnóstico
El TDAH y el autismo, aun presentando cuadros clínicos diferentes, comparten algunas características significativas que pueden hacer que el diagnóstico diferencial resulte complejo. Ambos pueden manifestar dificultad en la regulación emocional, la comunicación social y el procesamiento sensorial.
Sin embargo, el TDAH se caracteriza por síntomas persistentes de inatención, hiperactividad e impulsividad. Estos síntomas deben presentarse de forma significativa y durante un período de tiempo prolongado para poder diagnosticar el trastorno.
Según el DSM-5, los criterios diagnósticos incluyen al menos seis síntomas de desatención y/o hiperactividad/impulsividad que interfieren en el funcionamiento cotidiano. La dificultad persistente para mantener la atención no solo se produce al realizar deberes o tareas, sino también durante las actividades lúdicas.
La persona se distrae muy fácilmente, especialmente debido a estímulos externos que incluso pueden ser insignificantes. Asimismo, a nivel corporal, existe una marcada inquietud, dificultad para permanecer sentado y excesiva locuacidad.
En cambio, según el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5-TR), el autismo es un cuadro clínico heterogéneo que se caracteriza por el déficit en la comunicación social y comportamientos repetitivos y limitados.
El trastorno del espectro autista (TEA) es un trastorno del neurodesarrollo que también se caracteriza por una falta de habilidades en las interacciones sociales y la comunicación. En concreto, la comunicación se produce a nivel de comprensión directa (es decir, literal), mientras que la comprensión del lenguaje no verbal, simbólico y metafórico está ausente.
Asimismo, se pueden dar:
- una dificultad evidente para mantener y entender las relaciones sociales,
- una falta de reciprocidad emocional y empatía,
- movimientos repetitivos y estereotipias, como balancearse,
- interés por los detalles, a los que se les presta atención de manera obsesiva y repetitiva,
- el seguimiento de rutinas y rituales, en el sentido de que cualquier cambio da lugar a reacciones de malestar e intolerancia.
El trastorno del espectro autista lo pueden diagnosticar diversos profesionales como pediatras, psiquiatras o psicólogos, idealmente con la contribución de más disciplinas.
Existen diversos instrumentos de diagnóstico estandarizados, entre los que se encuentran el Screening Tool for Autism in Toddlers and Young Children y el Autism Diagnostic Observation Schedule, el más utilizado. Estos instrumentos permiten, en presencia del cuidador, que el profesional observe y profundice en los comportamientos específicos de la persona que ha sido diagnosticada de TEA.

Comorbilidad entre autismo y TDAH
¿Es el TDAH una forma de autismo?
La comorbilidad entre el TDAH y el trastorno del espectro autista es un fenómeno muy reconocido por la comunidad científica, con numerosos estudios que demuestran una superposición significativa entre ambas condiciones.
Según el DSM-5, aunque el TDAH y el autismo se diagnostican como trastornos distintos, pueden coexistir en una misma persona e influenciar su funcionamiento diario.
Las causas de esta comorbilidad aún no se comprenden por completo, pero se piensa que tienen algunos factores neurobiológicos en común, como alteraciones en las redes cerebrales que regulan la atención, el control ejecutivo y las habilidades sociales, que pueden contribuir a su concurrencia. Es posible que ambas condiciones compartan bases genéticas superpuestas, con variaciones específicas en los genes implicados en el desarrollo neurológico y en la regulación de los neurotransmisores, como la dopamina y la serotonina.
Además, algunos factores ambientales, como la exposición prenatal a toxinas o estrés, pueden contribuir a favorecer la aparición de síntomas que ambos trastornos tienen en común.
La presencia del autismo y el TDAH juntos puede complicar el diagnóstico, ya que los síntomas de desatención e impulsividad del TDAH pueden superponerse o enmascarar los síntomas relacionados con la dificultad en la comunicación social típica del autismo.
Identificar y comprender esta comorbilidad es esencial para desarrollar intervenciones terapéuticas personalizadas que respondan a las necesidades específicas de cada paciente. Algunas fuentes, como el National Institute of Mental Health (NIMH) y la revista Journal of Child Psychology and Psychiatry, subrayan la importancia de adoptar un enfoque multidisciplinar para afrontar los retos relacionados con este doble diagnóstico.
Gestionar el TDAH y el autismo
En la vida diaria, la gestión del autismo y la hiperactividad requiere un enfoque personalizado y multidimensional, que tenga en cuenta las dificultades específicas asociadas a ambos trastornos.
Estas son algunas estrategias de intervención eficaces:
- La adopción de rutinas estructuradas y previsibles, que ayuden a reducir la ansiedad relacionada con la imprevisibilidad y mejorar la capacidad para organizarse.
- El uso de herramientas visuales, como agendas, listas y cronómetros, para ayudar con la planificación de las actividades y la gestión del tiempo; aspectos que a menudo son críticos para las personas que conviven con TDAH y autismo.
- Técnicas de autorregulación emocional, como el mindfulness y la terapia cognitivo-conductual (TCC), pueden ayudar a gestionar la impulsividad y la sensibilidad a los estímulos ambientales.
- La adopción de un enfoque de comunicación claro y directo, utilizando estrategias que faciliten la comprensión y reduzcan las dificultades sociales, como puede ser desglosar la información en instrucciones simples y secuenciales.
El apoyo de un profesional experto en neurodivergencia es crucial para desarrollar estrategias individualizadas que tengan en cuenta las características únicas de cada persona.
El entorno también desempeña un papel importante. Crear espacios ordenados y sin distracciones ayuda a mejorar la concentración y a reducir la sobreestimulación sensorial. Por último, la implicación de la familia y de las personas cercanas es esencial para proporcionar apoyo emocional y práctico en la gestión diaria de los retos propios de la convivencia con ambos trastornos.

Tratamiento para autismo y TDAH juntos
Tanto en adultos como en niños, el tratamiento para el TDAH y el autismo es multidisciplinar y puede incluir terapia cognitivo-conductual (TCC) y, en algunos casos, terapia farmacológica.
Varios ensayos controlados aleatorios han demostrado que las intervenciones de baja intensidad basadas en la formación de los padres pueden enseñar a estos a interactuar con sus hijos pequeños con autismo, lo cual fomenta un efecto inmediato en el comportamiento de los hijos. Estos tratamientos, como el Análisis Conductual Aplicado (Método ABA), se centran en enseñar competencias a los padres y cuidadores con el fin de establecer un compromiso conjunto, para evitar ser muy directivos y crear oportunidades de atención compartida y juego equilibrado.
El tratamiento integrado del autismo y el TDAH en adultos requiere un enfoque personalizado. Desde el punto de vista psicológico, la terapia cognitivo-conductual se presenta como especialmente eficaz, ya que ayuda a desarrollar estrategias de gestión de los síntomas, mejorar las competencias sociales y reducir la ansiedad asociada.
Bajo estricto control médico, un tratamiento farmacológico adaptado puede contribuir a gestionar síntomas específicos. Por ejemplo, los psicoestimulantes pueden mejorar la atención y el control de los impulsos típicos del TDAH, mientras que algunos fármacos antidepresivos o estabilizadores del estado de ánimo pueden ayudar con la regulación emocional.
Es fundamental adoptar un enfoque holístico que tenga en cuenta las peculiaridades de cada persona y que ofrezca intervenciones personalizadas que pueden incluir el entrenamiento del mindfulness, el apoyo psicoeducativo, el coaching para desarrollar las habilidades del día a día y, cuando sea necesario, terapias ocupacionales adaptadas.
El objetivo principal es potenciar la autonomía y la calidad de vida, poniendo en valor las capacidades únicas de cada persona y apoyándola en la gestión de los retos del día a día que estén relacionados con estas neurodiversidades. El asesoramiento de un psicólogo online puede ser de gran ayuda para afrontar este doble diagnóstico.