Casandra, una de las princesas de Troya con el don de la predicción, ha servido de metáfora para dar nombre al síndrome de aquellas personas que hacen advertencias futuristas, generalmente catastrofistas y sombrías, que nadie cree. Son víctimas de sus propias expectativas negativas. Para quienes sufren el síndrome de Casandra el futuro es negativo y no se puede hacer nada para cambiarlo... ¿o quizás sí?
Quién era Casandra: el mito
Casandra, inmortalizada en la Ilíada de Homero, era hija de Hécuba y Príamo, reyes de Troya. Apolo- dios de la razón, la lucidez y la mesura- cautivado por la belleza de Casandra, para inducirla a entregarse a él, le prometió el don de la profecía . Pero Casandra rechazó a Apolo y él, ofendido, la maldijo para que sus predicciones no fueran creídas. De esta forma, el don de Casandra se convirtió en frustración y dolor ya que las situaciones que predijo- como la guerra y caída de Troya- no eran creídas y por tanto no se podían evitar.
¿Qué es el síndrome de Casandra?
En psicología se utiliza el síndrome de Casandra, creado por Gastón Bachelard en 1949, para describir a personas que hacen predicciones sobre el futuro -generalmente catastróficas- que los demás no creen y hacen que la persona se sienta desvalorizada.
Bachelard definió las principales características del complejo de Casandra así:
- Baja autoestima y depresión.
- Tener miedo.
- Ponerse constantemente a prueba.
El síndrome de Casandra en psicología es una patología que lleva a hacer sistemáticamente profecías adversas sobre el propio futuro o el de los demás. Quienes sufren este complejo no son creídos porque siempre ven el lado negativo. Esto conduce muy a menudo a una depresión reactiva, así como a una profunda frustración por la incapacidad de actuar con prontitud y eficacia.
Baja autoestima y miedo
Las carencias afectivas sufridas durante la primera y la segunda infancia han construido una identidad basada en la búsqueda de la aprobación de los demás, una falta de autoestima y una tendencia a asumir toda la responsabilidad. Esto hace que la persona se vea constantemente devaluada.
En las personas que sufren el síndrome Casandra, el miedo se convierte en una constante, se siente en todas las circunstancias y se vive con gran frustración.
Se puede desarrollar querofobia, temer que algo malo ocurra y, con el tiempo, esto puede conducir a la indefensión aprendida: como no se ve ninguna salida, se asume una actitud pasiva, de renuncia y pesimista, típica de quienes tienen un locus de control excesivamente dirigido hacia el exterior, hasta el punto de creer que se es incapaz de ejercer ninguna influencia en el entorno. Cuando concurren una baja autoestima e inseguridades, la persona también puede desarrollar un complejo de superioridad, precisamente para compensar estos problemas.
Ponerse constantemente a prueba
A menudo, se cae en la trampa de la "profecía autocumplida". En psicología, una profecía autocumplida es "una predicción que se cumple por el mero hecho de haber sido expresada, sin que existan elementos concretos que puedan llevar a esa consecuencia". Esta ocurre, por ejemplo, en el efecto Pigmalión: cuando depositamos expectativas positivas o negativas sobre nosotros mismos o los demás, es más probable que se cumplan.
La persona que sufre el síndrome de Casandra, por tanto, tenderá a equivocarse porque eso es lo que espera de sí misma.
Desde un punto de vista psicológico, es una especie de manía de control, o más bien una forma de mantener el control. De hecho, si uno se permite ser feliz, tener un final feliz, se enfrenta a la posibilidad de que ocurra algo malo y la idea de derrumbarse emocionalmente supera con creces el valor de vivir el momento. Pensar constantemente en lo peor se convierte entonces en una estrategia inconsciente para estar "preparado/a" cuando llegue la catástrofe.
El síndrome de Casandra también puede experimentarse en las relaciones sentimentales: si una persona tiene miedo de que le ocurra algo malo, se siente indigna de la estima y el amor. Como afirma la psicoanalista Laurie Layton Schapira, quienes padecen este síndrome tienden a tener relaciones tóxicas que se centran en la distancia emocional, y son más propensas a elegir parejas (el llamado arquetipo de Apolo) que reflejan el pensamiento de no valer nada.
Cómo superar el síndrome de Casandra
¿Cómo superar el síndrome de Casandra? La buena noticia es que es posible salir y volver a saborear las alegrías de la vida y viendo el futuro de forma positiva.
En primer lugar, es importante hacer un viaje al pasado y a la propia historia, para entender cómo se aprendió ese patrón de pensamiento disfuncional. De este modo, se puede tomar conciencia de que, si antes el síntoma era útil porque nos protegía de algo, ahora ya no lo es y tenemos la capacidad de poder elegir actuar de otra manera.
La cura del síndrome de Casandra consiste en entrenarse para sustituir las profecías "catastróficas" por profecías basadas en la realidad, teniendo en cuenta no solo la conclusión negativa sino todas las alternativas posibles.
Esto permite:
- Adquirir nuevas habilidades.
- Tener la capacidad y el espíritu de observación para poder salir de la jaula del control.
- Caminar, paso a paso, hacia la gestión de las situaciones que uno encuentra en el camino.
Sin embargo, para cambiar de verdad, es esencial que haya una buena dosis de motivación para emprender este viaje de concienciación y dejar a Casandra donde debe estar: en la mitología.
Conclusiones: la importancia de pedir ayuda
Si no sabes cómo salir del síndrome de Casandra por tu cuenta, no dudes en acudir a un profesional. Puedes pedir apoyo en cualquier momento a uno de los psicólogos online de Unobravo, que podrá guiarte y acompañarte en el camino de la recuperación. Basta con rellenar el cuestionario y tener la primera sesión cognoscitiva gratuita, y luego decidir si se inicia la terapia.