Tradicionalmente, la maternidad se ha considerado como una fase importante de la vida de muchas mujeres, asociada a la realización personal, la identidad femenina y el ciclo de vida familiar.
Sin embargo, el concepto de la no maternidad o, en otras palabras, las mujeres sin hijos, ha ido ganando cada vez más atención en psicología y ha llevado a reflexionar sobre cómo la vida sin hijos, por elección propia o por circunstancias externas, influye en la salud mental, la identidad y el bienestar individual.
En este artículo intentaremos arrojar luz sobre algunos aspectos de la maternidad, con especial atención a la elección o no de ser madre y a sentirse libre para afrontar este momento.
Renunciar a ser madre voluntaria o involuntariamente
Renunciar a ser madre de forma involuntaria engloba todas las situaciones en las que una mujer desea tener hijos, pero no consigue ser madre por una cuestión de infertilidad en la pareja, problemas de relación, problemas económicos u otros factores externos.
La dificultad para concebir o los abortos espontáneos repetidos pueden generar un sufrimiento psicológico importante, que suele ir acompañado de sentimientos de duelo, pérdida, frustración e inadecuación. De hecho, el dolor de no poder ser madre deriva de un estado al que la mujer se ve obligada por factores que son independientes de ella.
En cambio, al hablar de renunciar a ser madre de forma voluntaria se hace referencia a la elección consciente de no tener hijos. Una decisión que se puede tomar por motivos personales, profesionales, filosóficos o relacionados con el deseo de tener una vida sin los compromisos y las responsabilidades propias de la maternidad o por una falta de “instinto maternal”.
Aunque esta elección se tome de forma deliberada, las mujeres que no quieren tener hijos también pueden tener que enfrentarse a expectativas sociales y estereotipos negativos, con el consiguiente impacto que esto tiene en su bienestar psicológico y su salud mental.
Desde un punto de vista del psicoanálisis, ser madre requiere un movimiento dinámico interno que hace que la mujer tenga que interiorizar el cambio de pasar de ser hija a convertirse en madre y, además, que deba reconocerse en un papel y una dimensión social diferentes.
“No puedo tener hijos”: qué siente una mujer que no puede tener hijos
Para muchas mujeres que desean ser madres, el hecho de no quedarse embarazadas puede conducir a una crisis existencial que afecta a varios aspectos de sus vidas, desde la identidad personal a las relaciones sociales y afectivas. El no poder ser madre se suele vivir como una pérdida que requiere un proceso de duelo.
La mujer no solo tiene que afrontar la frustración de no quedarse embarazada, sino también la renuncia al sueño de tener un hijo o a la idea de maternidad que ha ido cultivando a lo largo de su vida.
Esto puede conllevar sentimientos de aislamiento, ya que muchas de las mujeres que viven esta situación se sienten incomprendidas o marginadas de la sociedad, sobre todo en contextos en los que la maternidad está muy idealizada.
Además del sufrimiento personal, las parejas con problemas de fertilidad pueden experimentar tensiones y conflictos en sus relaciones, con efectos negativos en la intimidad y la comunicación.
“No quiero tener hijos”: renunciar a la maternidad de forma voluntaria
Por el contrario, para las mujeres que eligen no tener hijos, renunciar a la maternidad puede suponer una decisión profundamente liberadora y consciente. Sin embargo, aunque las mujeres sean libres de elegir si quieren tener hijos y cómo quieren tenerlos, también se ven obligadas a afrontar ciertas presiones sociales y estereotipos negativos.
Las expectativas culturales que asocian la feminidad a la maternidad pueden hacer que las mujeres sin hijos se sientan “anormales”.
En algunos casos, estas presiones pueden provocar dudas internas, sentimiento de culpa o remordimiento. A pesar de esto, las mujeres que optan por no tener hijos suelen afirmar que encuentran sentido y se sienten realizadas en otros ámbitos de su vida, como su carrera profesional, las relaciones interpersonales o el desarrollo personal.
En psicología, es fundamental reconocer la pluralidad de las elecciones y las identidades femeninas, incluidos los planteamientos de vida que no consideren la maternidad como una parte esencial.
Cómo afecta la vida sin hijos a la identidad femenina
La infertilidad es un trastorno que puede estar provocado por múltiples factores. La incidencia de la infertilidad en las mujeres ha aumentado significativamente debido a diversas razones, como la presión social, los matrimonios tardíos y los embarazos a edad avanzada.
Esto puede provocar daños como una pesada carga financiera, una sombra psicológica e incluso el fracaso del matrimonio. Las soluciones convencionales, como la terapia hormonal, la fecundación in vitro y la transferencia embrionaria, presentan algunas limitaciones, como resultados obstétricos insatisfactorios y acontecimientos adversos graves.
La hipótesis de la adopción también requiere una reflexión por parte de la pareja. Adoptar un niño es un paso importante en el que la pareja, una vez haya procesado el duelo de no poder ser padres, se prepara para acoger a un bebé.
Sin embargo, antes de poder adoptar, la pareja tiene que pasar por un proceso bastante extenuante. El procedimiento a seguir a la hora de adoptar establece unas condiciones generales y etapas a seguir para la tramitación de la adopción.
Muchas parejas se desaniman porque el camino hacia la adopción de un niño no solo es muy caro, sino también largo. Renunciar a ello, en cierto modo, también se puede interpretar como una renuncia a la maternidad. Es un duelo relacionado no solo con el “no embarazo” y la procreación, sino también con la transformación de la pareja en una pareja con hijos.
Tradicionalmente, la maternidad se ha visto como una parte esencial de la identidad femenina. Sin embargo, la renuncia a la maternidad desafía esta concepción y abre la puerta a nuevas formas de ser mujer. Las mujeres sin hijos, por elección propia o por otras circunstancias, se suelen ver obligadas a redefinir su identidad fuera del rol de madre.
Para ahondar en este contexto, la psicología del ciclo de vida se centra en la adaptación psicológica de la renuncia a la maternidad y explora cómo las mujeres construyen nuevas identidades y encuentran otras fuentes de satisfacción y significado.
Asimismo, muchas mujeres sin hijos desarrollan identidades fuertes y diversificadas, y consiguen construir vidas llenas de relaciones significativas, objetivos profesionales y compromisos sociales.
Retos sociales y culturales para las mujeres sin hijos
Además de los aspectos psicosociales individuales, es importante tener en cuenta los retos sociales y culturales que las mujeres sin hijos pueden tener que afrontar. La sociedad tiende a ver la maternidad como un cambio casi obligatorio en la vida de las mujeres.
Por lo tanto, las mujeres sin hijos se suelen enfrentar a la idea de que no se sienten realizadas o de que han tomado decisiones egoístas. Esta presión puede provocar sentimientos de exclusión e inadecuación, especialmente en contextos en los que la familia es un pilar fundamental.
En las culturas más conservadoras o religiosas, renunciar a la maternidad suele estar estigmatizado y las mujeres sin hijos pueden sufrir discriminación o críticas. Incluso en los contextos más progresistas, en los que por lo general se respetan las elecciones personales, las mujeres sin hijos pueden sentirse aisladas, sobre todo cuando ven que sus amigos y coetáneos pasan por etapas vitales relacionadas con ser padres.
En la práctica clínica a menudo escucho frases como “Veo que todas nuestras parejas de amigos avanzan y nosotros, en cambio, nos quedamos estancados siempre en el mismo punto”. Este autojuicio sitúa a la pareja en una posición difícil, ya que se ve expuesta a una confrontación con las expectativas y normas sociales.
Cómo superar el no poder ser madre: el rol de la psicología
El apoyo psicológico puede ser de gran ayuda tanto para las mujeres que viven la renuncia a la maternidad como un sufrimiento, como para las que desean explorar el significado de su elección de no tener hijos. Así como puede serlo también para las mujeres que no lo tienen claro y a menudo se plantean preguntas como “cómo saber si quiero ser madre”.
La psicoterapia ofrece un espacio para explorar sentimientos de pérdida, duelo, dudas o ambivalencia, así como para reestructurar una identidad personal y femenina que no gire en torno a la maternidad.
A menudo el proceso terapéutico ayuda a liberarse realmente de las creencias disfuncionales, proyectando a la persona hacia una nueva dimensión y perspectiva de sí misma, dentro de la cual sea más fácil aceptar el no ser madre.
La terapia de pareja, incluida la online, también puede ser útil para afrontar las tensiones que la renuncia involuntaria a la maternidad suele generar dentro de las relaciones. Esto permite a su vez que la pareja aprenda a comunicarse mejor y a afrontar juntos el dolor o las expectativas no satisfechas.
El reto compartido de la renuncia a la maternidad
El concepto de la no maternidad o de las mujeres sin hijos en psicología demuestra lo complejas que son las experiencias femeninas en lo que respecta a ser madre.
Tanto la no maternidad voluntaria como la involuntaria presentan retos considerables en lo que se refiere a la identidad personal, las relaciones sociales y el bienestar psicológico.
Es esencial reconocer y respetar la pluralidad de las elecciones vitales de las mujeres, así como apoyarlas en la búsqueda de significado y realización, independientemente de la maternidad.