La dismorfofobia, comúnmente conocida como trastorno dismórfico corporal (TDC), es un trastorno mental que hace que la persona se preocupe en exceso por supuestos defectos físicos (que no suelen ser tales).
Esta preocupación constante por esos “defectos” puede llegar a ser muy incapacitante y hace que algunas personas que lo sufren terminen pensando incluso en realizarse cirugías y otros procedimientos de riesgo.
En este artículo te explicamos qué es la dismorfia corporal o trastorno dismórfico, cuáles son sus causas, síntomas y tratamiento disponible.
El trastorno dismórfico: síntomas y criterios diagnósticos
El trastorno dismórfico corporal (TDC), en inglés conocido como body dysmorphia, es un trastorno mental con mayor prevalencia en la etapa adolescente, que lleva a la persona a sentir una preocupación obsesiva por algún defecto percibido, aunque este sea mínimo o incluso no llegue a percibirse por el resto.
Esto llevará a la persona a evitar situaciones sociales y a centrar su atención en su apariencia e imagen corporal, buscando y realizando todo tipo de acciones para intentar corregirlo, como aseo exhaustivo, revisiones constantes en el espejo o incluso cirugías recurrentes. El malestar que sienten es tal, que actualmente es el trastorno con la tasa de suicidio más alta.
Dentro de los síntomas que podemos encontrar en este trastorno, aparecen una preocupación desmedida por el defecto que la persona percibe en su apariencia física (distorsión de la imagen corporal) y que puede no ser observable para el resto o no de tal importancia, una creencia de que tal defecto les hace feos; así mismo, intentan enmascarar o disimular a toda costa el defecto percibido de manera incontrolable, tapándolo con maquillaje, ropa u otras alternativas para que la gente no se fije en ello, lo que les lleva a pensar que cuando la gente les mira solamente ven ese defecto en su apariencia y tienden a compararse constantemente con el resto, necesitando la aprobación de la gente que les rodea e incurriendo en patrones perfeccionistas, además de evitar situaciones sociales.
Según el manual diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-V), estos son los criterios que se deben cumplir para el diagnóstico de trastorno dismórfico corporal:
- “Preocupación por uno o más defectos o imperfecciones percibidas en el aspecto físico que no son observables o parecen sin importancia a otras personas.
- Durante el curso del trastorno, el sujeto ha realizado comportamientos (p. ej. mirarse en el espejo, asearse en exceso, rascarse la piel, querer asegurarse de las cosas) o actos mentales (p. ej. Comparar su aspecto con el de otros) repetitivos como respuesta a la preocupación por el aspecto.
- La preocupación causa un malestar clínicamente significativo o un deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
- No se puede atribuir a otra condición médica.
- La preocupación por el aspecto no se explica mejor por la inquietud acerca del tejido adiposo o peso corporal en un sujeto cuyos síntomas cumplen los criterios diagnósticos de un trastorno de la conducta alimentaria.”
En el manual también se reconocen ciertos especificadores que tienen que ver con el grado de introspección, esto es, el grado en que la persona reconoce sus creencias sobre el trastorno. En este sentido, existen varios niveles: una persona con buena introspección reconoce que sus creencias sobre el trastorno dismórfico pueden no ser ciertas, mientras que alguien con ausencia de introspección está totalmente convencido de la veracidad de sus creencias. Esto no siempre ocurre así; por ejemplo, en el síndrome de Noé, la persona acumula compulsivamente animales en un estado de salud pésimo, a pesar de que cree que está cuidándolos amorosamente.
Más allá de los criterios diagnósticos, si tienes sospechas y crees que padeces este trastorno, también puedes echar mano de algún test de dismorfia corporal. No obstante, ten en cuenta que este tipo de cuestionarios no reemplazan el diagnóstico de un profesional de la salud mental.
La obsesión por la apariencia física y las causas de la dismorfia en jóvenes
Las causas del trastorno dismórfico corporal no están claras, pudiendo ser resultado de la influencia de diversos factores, como pueden ser antecedentes familiares, el aprendizaje o experiencias pasadas que hayan sido negativos con respecto a nuestro cuerpo o imagen corporal o incluso a nivel de un desequilibrio químico por serotonina.
Lo que sí está claro, es que actualmente, nuestros jóvenes tienen acceso ilimitado a multitud de información y medios y en la mayoría de los casos viene impuesto cómo debería ser el prototipo de imagen perfecta que debemos dar, existiendo una competición cada vez mayor por la apariencia física y el reconocimiento y aprobación a nivel social.
Diferencias entre trastorno dismórfico corporal y dismorfia muscular
Hay que diferenciar entre trastorno dismórfico corporal y dismorfia muscular. Esta última es una preocupación obsesiva con la percepción de no tener suficiente masa muscular o definición, mientras la primera se centra en un defecto físico que puede variar de sujeto a sujeto. Algunas personas pueden sentir que sus brazos no son lo suficientemente grandes, mientras que otros pueden centrarse en sus piernas, pecho u otras partes del cuerpo como la cara (dismorfia facial, en este caso).
Existen otros trastornos relacionados con la obsesión con el cuerpo que no son tan conocidos y no son exactamente un trastorno dismórfico corporal, como por ejemplo la fatorexia, que es el término coloquial que se utiliza para describir a las personas que tienen una percepción distorsionada de su cuerpo, creyendo que son más delgadas de lo que realmente son.
Diferencia entre trastorno dismórfico corporal y disforia corporal
Aunque tienen síntomas similares, no hay que confundir la dismorfofobia corporal con la disforia corporal. El trastorno dismórfico corporal (TDC) es una obsesión con defectos percibidos en la apariencia, que otros ven como menores o inexistentes.
Por otro lado, la disforia corporal se refiere al malestar que siente una persona por la incongruencia entre su género asignado al nacer y su identidad de género, a menudo relacionado con características físicas.
Desarrollo y comorbilidad del trastorno dismórfico corporal
Este trastorno tiene un inicio temprano, siendo más frecuente su aparición en menores sobre los 12-13 años de edad, donde comienzan a surgir todos aquellos aspectos subclínicos previos al trastorno en sí, y en la mayoría de los casos el trastorno se inicia antes de los 18 años. Por lo general, estas preocupaciones sobre el aspecto físico y la apariencia van evolucionando gradualmente aunque en algunas ocasiones, el trastorno puede aparecer de manera brusca.
Teniendo en cuenta el avance, se contempla como un trastorno crónico el cual la persona arrastrará a lo largo de mucho tiempo; sin embargo, gracias a la intervención adecuada se obtienen notables mejorías. Dado su frecuente inicio temprano, este trastorno lleva asociado un riesgo de suicidio y comorbilidad muy altos, pues comienza a desarrollarse en una etapa vital en la que se producen una serie de cambios en la adolescencia que incluyen la búsqueda de identidad personal y formación de nuestra propia imagen y valoración personal.
Dentro de los trastornos comórbidos al trastorno dismórfico corporal, encontramos que el trastorno depresivo mayor es el más común de entre los tipos de depresión, iniciando su desarrollo, generalmente, después del trastorno dismórfico corporal. Además, podemos encontrar que los trastornos de ansiedad social, como la fobia social, el trastorno obsesivo compulsivo, la vigorexia, y los trastornos relacionados con las sustancias, también se encuentran dentro de la comorbilidad de este trastorno.
Tratamiento: ¿cómo se cura la dismorfofobia?
El tratamiento psicológico —y, en ocasiones, farmacológico— se considera necesario para mejorar el curso de este trastorno y las consecuencias de la dismorfia corporal, empleándose más frecuentemente:
- Terapia cognitivo conductual: se trabaja con el paciente la reestructuración cognitiva o la defusión cognitiva (una técnica que sirve para desligarse de los pensamientos para verlos como meros objetos, en vez de hechos inalterables y reales), además de realizar desensibilización sistemática de aquellas situaciones que más están evitando y se intenta prevenir o eliminar el hábito que tiene instaurado.
- Fármacos ISRS (Inhibidores Selectivos de la recaptación de la serotonina): medicamentos antidepresivos que pueden ayudar durante el proceso terapéutico. No obstante, hay que tener en cuenta que pueden generar efectos secundarios y deben ser supervisados por un profesional.
Cómo ayudar a personas con dismorfofobia
Uno de los primeros pasos que se deben dar a la hora de iniciar la terapia con una persona que presenta trastorno dismórfico corporal, sería realizar un proceso de psicoeducación con el paciente donde informemos y concienciemos sobre el trastorno en sí. Se le puede ofrecer a la persona leer o consultar testimonios de otras personas con trastorno dismórfico y que han pasado por lo mismo.
Deberemos ayudar al paciente a que sea consciente de lo que le está ocurriendo y que sea capaz de llegar corregir y reorientar sus pensamientos acerca de su defecto percibido, trabajando para llegar a reducir lo máximo posible las acciones compulsivas que realiza y los pensamientos compulsivos que le acompañan. Además, deberemos ofrecer técnicas de gestión ante las situaciones que más ansiedad le pueden suscitar.
Enseñar la importancia de valorar sus propias fortalezas y cualidades, por qué una persona es valiosa independientemente de su apariencia física, sin la necesidad de obtener la aprobación social y de tener que encajar en los estándares que impone la sociedad, será un paso fundamental a trabajar con el paciente, trabajando el diálogo interno que mantienen y que este sea positivo sobre ellos mismos, para mejorar así, la autoestima, la cual se ve muy deteriorada en pacientes con trastorno dismórfico corporal.
Por último, sabe reseñar la importancia de movimientos como el body neutrality o body positive pueden ser una herramienta útil para contrarrestar las percepciones distorsionadas de la imagen corporal. Fomentar la autoaceptación y valorar la diversidad corporal ayuda a reducir la presión por alcanzar estándares de belleza irreales y mejora la salud mental de quienes sufren dismorfofobia y otros trastornos similares.