Psicooncología
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Depresión y cáncer: gestionar la depresión con un diagnóstico de cáncer

Depresión y cáncer: gestionar la depresión con un diagnóstico de cáncer
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Rosalba Caramiello
Redacción
Psicóloga con orientación Sistémica-Relacional
Unobravo
PUBLICADO EL
30.8.2024

La relación entre mente y cuerpo en las personas que reciben un diagnóstico de cáncer puede dar lugar a experiencias emocionales sensibles, a menudo relacionadas con el miedo, el sentimiento de culpa, la tristeza y la depresión. El binomio depresión y cáncer suele constituir un gran desafío para las personas que reciben un diagnóstico de cáncer.

depresión y cáncer
Foto de Engin Akyurt (Unsplash)

Síntomas de la depresión en el cáncer

Entre los síntomas principales de un trastorno depresivo podemos enumerar: el mal humor, el sentimiento de culpa, la anhedonia, el aislamiento social, el insomnio o el hipersomnio. Pero, ¿qué estímulos en concreto hacen que el paciente de cáncer experimente dichos estados depresivos?

El cuerpo se convierte en un cuerpo “enfermo”, “defectuoso”, que ya no funciona como debería y con el que es necesario volver a crear un equilibrio diferente. Es él el que impone el ritmo de vida, y es necesario darle un respiro y respetar los tiempos de recuperación.

En parte, esto puede hacer que la persona pierda su autonomía y, por ende, que necesite desarrollar la capacidad de confiar en los demás. La persona puede sentir que es dependiente, lo cual, al mismo tiempo, también puede alimentar un profundo sentimiento de culpa, pues tiene la percepción de ser “una carga” para la persona que le cuida.

El miedo a la muerte invade la mente de los pacientes con un diagnóstico de cáncer, que sienten que la idea de morir antes de tiempo está más cerca y se vuelve real. De modo que, de repente, se ven obligados a enfrentarse a un tema difícil, al cual no solían haber pensado. Los pacientes pueden sentirse solos y perdidos ante el pensamiento acechante de la muerte.

El diagnóstico de depresión en el cáncer

La psicooncología es la disciplina que se ocupa de abordar la confusión emocional en la que se ven envueltos los pacientes que reciben un diagnóstico de cáncer. Por lo tanto, los profesionales especializados en este ámbito pueden contribuir de forma decisiva en el diagnóstico y en el tratamiento de la depresión que aparece a raíz del tumor.

El diagnóstico de depresión en los pacientes oncológicos se puede realizar mediante una entrevista personal o con un cuestionario de screening. Sin embargo, supone todo un reto porque la depresión puede surgir en cualquier fase de la enfermedad.

De modo que no podemos decir que “la hemos evitado” simplemente si no se presenta inmediatamente después del diagnóstico, sino que es importante monitorizar de manera constante los estados emocionales del paciente.

Del mismo modo que, en el lado opuesto, en estos casos también se corre el riesgo de diagnosticar la depresión demasiado rápido: de hecho, es necesario reconocer que el hecho de que el paciente experimente una angustia transitoria es totalmente normal.

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La integración como palabra clave

Además de los síntomas que hemos explorado, los pacientes suelen quejarse mucho de la poca empatía o la comunicación ineficaz que demuestra el personal sanitario. El fuerte vínculo entre mente y cuerpo del que hemos hablado también debe desarrollarse en la atención sanitaria.

Los pacientes pueden tener la sensación de que los médicos solo cuidan del cuerpo, ignorando los aspectos emocionales o su forma de comunicar, mientras que los terapeutas solo se ocupan de la mente. Pero la integración de ambos aspectos no solo es posible, sino que también es necesaria.

Es necesario permitir que el cuerpo y la mente dialoguen y, por lo tanto, también es necesario contar con profesionales que se ocupen de ello, con el fin de garantizar que ambas cosas estén alineadas.

Solapamiento diagnóstico de cáncer y depresión

La depresión y la terapia contra el cáncer son dos aspectos estrechamente interconectados.

Los pacientes con un trastorno depresivo presentan un peor aspecto en relación a la evolución de la patología, lo cual puede inducir a los médicos a pensar que se encuentran en un estadio más avanzado de la enfermedad. Sin embargo, esta hipótesis puede ser fácilmente desmentida por un examen clínico.

En cambio, el tratamiento farmacológico para curar el cáncer incluye medicamentos esteroides y algunos agentes de quimioterapia que pueden contribuir a la aparición de la depresión entre las personas más vulnerables.

El tratamiento de la depresión en pacientes oncológicos mediante la escucha

Tanto si tiene su origen en el diagnóstico como si está provocada por los medicamentos, la depresión (constatada o no) se observa mediante la escucha. Su gestión consiste en: una escucha activa y empática orientada a dar voz a todos los sentimientos de tristeza, rabia, culpa o injusticia que experimenta el paciente, en lugar de limitarse a animarle a tener una actitud “combativa”.

Es necesario pasar por estas emociones para poder desarrollar una actitud proactiva frente al diagnóstico. Lo que se puede verbalizar, se puede pensar y metabolizar, por eso es fundamental proporcionar apoyo psicológico a los pacientes con cáncer.

En los casos más graves, como los que perduran en el tiempo, se recurre a la terapia con medicamentos a base de psicofármacos como los antidepresivos, los cuales también contribuyen a aliviar síntomas como el insomnio, el dolor o la falta de apetito.

tratamiento de la depresión en pacientes con cáncer
Foto de National Cancer Institute (Unsplash)

Curar la depresión mediante la psicoterapia

En los casos en los que la depresión en los pacientes con cáncer se pueda tratar únicamente con la psicoterapia, es recomendable adoptar un enfoque integrador.

El objetivo principal que se persigue en la psicoterapia con un paciente oncológico es procesar la experiencia mórbida, así como los estados de ánimo que esta implica. Luego, inevitablemente, se establecen vínculos con respecto a la vida del paciente, en función de las experiencias previas estimuladas por la enfermedad. El presente hace continuamente llamamiento al pasado, con todas sus pérdidas e inquietudes.

Diferentes enfoques terapéuticos para los pacientes oncológicos con depresión

Existen diferentes enfoques que los profesionales pueden utilizar para el tratamiento:

  • La terapia psicodinámica, que se dedica a analizar los mecanismos de defensa del paciente y a identificar los puntos de resistencia (los cuales son más difíciles de afrontar para el paciente), con una mayor inmersión en el pasado.
  • La terapia cognitivo conductual, que se centra más en síntomas concretos (por ejemplo, la ansiedad antes de la quimio), intentando resolverlos o reducir sus efectos, trabajando en el “aquí y ahora” y proporcionando estrategias de acción específicas en los momentos difíciles.
  • La terapia sistémica, que se dedica a investigar de forma circular qué sucede en los sistemas de vida del paciente cuando está en una situación de vulnerabilidad, como reaccionan las personas más importantes de su vida y qué reacciones desatan en el paciente.

Las rutinas para mejorar la calidad de vida

Más allá de la psicoterapia, o en paralelo a la misma, existen diversos ámbitos hacia los que el paciente puede dirigir sus esfuerzos para mejorar su propia calidad de vida.

Entre ellos, cabe mencionar el hecho de no descuidar la alimentación por ejemplo, consultando a un nutricionista, y mantener un buen nivel de actividad física. Pasear, meditar y practicar yoga son algunos ejemplos de formas idóneas de parar, conectar con el presente y recuperar el equilibrio perdido en el ajetreo del día a día.

Por último, cultivar vínculos auténticos que sirvan de apoyo en los momentos difíciles puede resultar un recurso de suma importancia, sobre todo en los diagnósticos de depresión.

En resumen, el antiguo proverbio latino mens sana in corpore sano sigue estando a la orden del día, y es válido para todo el mundo y para cualquier situación a la que nos enfrentemos en nuestra vida.

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Foto de Gus Moretta (Unsplash)

El peso del cáncer para los cuidadores

La enfermedad es un evento que afecta a todo el sistema afectivo del paciente; así que, para poder ser de ayuda, este debe prepararse y mantener una “mente sana”.

¿Qué puede hacer el cuidador? Una cosa que todos deberían hacer de vez en cuando es tomarse un descanso de la carga emocional y física de cuidar de alguien.

Hacer un hueco para poder quedar con un amigo, echar una partida de fútbol, pintar, ir al karaoke o salir a correr. Incluso si a veces podemos sentirnos culpables por tomarnos ese tiempo. Sacar un hueco para uno mismo es, cuanto menos, fundamental para no correr el riesgo de aislarse y echarse a la espalda todo el peso de la situación.

Un peso del que es posible desahogarse y sentirse escuchado en grupos de ayuda especializados o a través de un programa de terapia individual. En este aspecto, también puede ser útil informarse sobre los recursos y asociaciones que ofrecen asistencia psicológica gratuita en nuestra zona de residencia.

La necesidad de cuidar de las relaciones que curan

En conclusión, el tratamiento del cáncer y de la depresión que puede surgir en la experiencia oncológica afecta a las relaciones que el paciente tiene con sus seres queridos y con el personal sanitario, por lo que es importante prestarles atención.

Es necesario darse tiempo y espacio, escucharse a uno mismo y escuchar el dolor y las necesidades de los demás, sin necesidad de adornar los pensamientos de la otra persona; incluso cuando parecen demasiado oscuros y difíciles de gestionar. Independientemente de lo difícil que pueda parecer, siempre se puede pedir ayuda.

Este contenido es de tipo divulgativo y no puede reemplazar el diagnóstico de un profesional. Artículo revisado por nuestra redacción clínica

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