La adolescencia es una etapa de la vida sumamente compleja y esencial en el desarrollo psicológico de las personas. Debido a las transformaciones físicas y los cambios psicológicos en la adolescencia, también se la conoce como la edad del cambio.
El término proviene del latín adolescens, que significa 'el que está en crecimiento', aludiendo a la transición entre la infancia y la edad adulta. Esta transición está condicionada por la estructura del contexto social, de la familia y de la figura de la pareja de progenitores, con la que se entrelaza. En el pasado (y aún en ciertas sociedades) los ritos de transición marcaban el final de una edad y el comienzo de la siguiente.
Hoy en día, las transiciones de una etapa de la vida a otra no se producen de manera clara y precisa. La búsqueda de nuevas configuraciones propias de la adolescencia tiende a prolongarse entre ambivalencias y preocupaciones.
En este artículo explicaremos los cambios de la adolescencia, descubriremos cómo cambia el cerebro durante la adolescencia y por qué esta etapa de la vida es un periodo tan importante y a menudo difícil. Empezaremos por enumerar cuáles son las tres fases de la adolescencia y luego nos adentraremos en los cambios en la adolescencia, tanto físicos como psicológicos.
Las etapas de la adolescencia
Podemos dividir esta época de grandes cambios en tres fases:
- de 11 a 12 años (primera adolescencia o preadolescencia)
- de 13 a 15 años (segunda adolescencia)
- de 16 a 20 años (tercera adolescencia o adolescencia tardía).
En cada una de estas etapas se producen cambios conductuales, neuronales, psíquicos y cognitivos, así como transformaciones físicas y sexuales.
Podemos considerar la adolescencia como un viaje de transformación en el que se afrontan los retos de las tareas evolutivas; un viaje en el que el protagonista es el propio viajero, que experimenta cambios físicos y psicológicos.
El objetivo del cambio en la etapa adolescente es:
- Diferenciarse de los progenitores y del entorno familiar, en un proceso de separación-individuación.
- Crear nuevas relaciones.
- Redefinir la relación con el propio cuerpo cambiado y sexualizado.
- Construir una nueva identidad.
- Adquirir un sistema de valores que guíe las propias elecciones hacia la autonomía.
Cambios físicos en la adolescencia
Considerando la adolescencia como un periodo de cambios, el primero y más evidente que encontramos en el adolescente es la transformación de sus cuerpos, lo que puede causar dificultades para adaptarse. Cuando el adolescente se preocupa de forma excesiva sobre defectos corporales (a menudo exagerados o inexistentes), esto podría llevar a una dismorfia corporal. A menudo, las transformaciones son rápidas y tienen una profunda resonancia en la psique y el comportamiento.
En el ámbito físico, los principales cambios en la adolescencia incluyen:
- Aumento de estatura y peso.
- Desarrollo de rasgos sexuales.
- Distribución diferente de músculos y grasa.
- Cambios en los sistemas circulatorio y respiratorio.
- Cambios hormonales que afectan a los andrógenos en los hombres y a los estrógenos en las mujeres, lo que lleva a la maduración sexual del cuerpo.
Cómo cambia el cerebro en la adolescencia
Una oleada de cambios afecta también al cerebro adolescente, especialmente a los córtex frontal y prefrontal, que intervienen en funciones ejecutivas como el control de los impulsos, la regulación de las emociones, la capacidad de tomar decisiones y la predicción de las consecuencias de los propios actos.
El número total de neuronas disminuye a través de un proceso conocido como poda neural o sináptica. La sustancia blanca y la mielinización de las fibras aumentan, lo que hace más rápida la transmisión de las señales nerviosas.
El desarrollo cerebral afecta a lo siguiente:
- Los lóbulos parietales en las áreas asignadas al razonamiento lógico y espacial.
- Los lóbulos temporales asociados al lenguaje.
- Los lóbulos frontales, que regulan los procesos de planificación, control y coordinación.
La continua plasticidad del cerebro permite al adolescente integrar nuevas experiencias a lo largo del desarrollo, cambiando su forma de observar y pensar. Además de los cambios típicos de la adolescencia que afectan al cuerpo, también se producen cambios cognitivos.
Cambios cognitivos
El adolescente se vuelve capaz de tratar problemas abstractos, formular hipótesis y construir teorías, reflexionando sobre sus propias ideas y las de los demás. El autoconcepto construido a partir de las consideraciones de los progenitores da paso a un nuevo autoconcepto, construido desde la perspectiva de los coetáneos.
La capacidad introspectiva y la facultad de juicio maduran. De hecho, el pensamiento adquiere una forma diferente: ya no es el pensamiento operante-concreto del niño, vinculado a lo que se experimenta concretamente, sino que se convierte en lógico-formal, enriqueciéndose con reflexiones sociales, políticas, morales, que son lógicamente realizables.
Comienza una búsqueda de la verdad, un deseo de saber, de conocer. Surgen preguntas sobre el sentido de la vida y de la muerte así como sobre el propio papel en el mundo. El futuro adquiere mayor relevancia.
Una nueva dimensión toma espacio hecha de sueños que se convierten en proyectos y se traducen en elecciones y compromisos. La necesidad de autorrealizarse, de tomar decisiones y de poder cambiarlas se abre camino en la etapa adolescente.
Cambios psicológicos en la adolescencia
Los cambios psicológicos en la adolescencia son muy significativos. De hecho, se produce un cambio en la relación con los semejantes: los cambios corporales y los intereses sexuales llevan a establecer relaciones fuera del contexto familiar.
La mirada del adolescente se vuelve hacia su imagen, que ha perdido su aspecto infantil. La percepción que el adolescente tiene de su propia corporeidad está influida por el consentimiento expresado por los demás y por el contacto que es capaz de mantener con sus propias sensaciones.
Con frecuencia se produce un cambio de look: la ropa, los accesorios, el maquillaje, los tatuajes y los piercings se convierten en portadores de mensajes y de una necesidad de reconocimiento. Mientras crece el interés por socializar y conocer a sus similares, las interacciones con la familia se remodelan, oscilando entre la dependencia y la autonomía.
También se redefinen las coordenadas espaciales y temporales. La experiencia del tiempo, que parece pasar demasiado deprisa para poder hacer todo lo que a uno le gustaría, cambia. Se intenta dar una sensación de continuidad entre pasado y presente, viviendo el hoy en relación con las expectativas de futuro.
Durante esta etapa, los adolescentes desarrollan diferentes tipos de autoestima que pueden influir en su relación consigo mismos y con los demás. Mientras algunos logran establecer una autoestima segura y positiva, otros pueden experimentar una autoestima más inestable o fluctuante, lo cual puede hacerlos más susceptibles a la presión de grupo y a la autocrítica. Identificar estos tipos de autoestima es esencial para ayudar a los adolescentes a construir una base emocional sólida.
Cambios en las emociones durante la adolescencia
Los adolescentes pueden tener dificultades para autorregular sus estados emocionales, especialmente la ira, lo que puede dar lugar a acting-out, es decir, acciones impulsivas que sustituyen al pensamiento y la palabra. En ocasiones, el adolescente puede llegar a convertirse en un auténtico mentiroso compulsivo, aunque esto suele ser pasajero y estar circunscrito a esta etapa vital de cambios.
Un binomio típico de esta fase de la vida es, de hecho, el que existe entre los adolescentes y las normas: la rebelión contra las reglas de los padres se asocia con el deseo de autoafirmarse, a veces incluso asumiendo riesgos.
La intensidad de los sentimientos internos puede llevar al retraimiento (que en ciertos casos y en presencia de determinados factores, puede desembocar en un aislamiento voluntario como en el síndrome hikikomori) o al exhibicionismo, como una intensa necesidad de ser visto.
El adolescente puede ser muy silencioso y no encontrar palabras para expresar sus emociones. A menudo no se trata de reticencia, sino de incapacidad para nombrar lo que siente (una peculiaridad que encontramos en la alexitimia).
Cambios en la adolescencia: la relación con los padres
¿Por qué cambia la relación con los progenitores en la adolescencia? Los adolescentes necesitan separarse y diferenciarse de las figuras paternas para afirmar su propia identidad, dejando atrás la versión infantil.
Los padres son vistos de otra manera, ya no idealizados y en el centro, sino con sus imperfecciones y limitaciones humanas. A menudo se critica su pensamiento y su forma de estar en el mundo (puede surgir una relación conflictiva entre madre e hija). De forma generalizada, la relación padres-hijos se modifica en función de las necesidades que traen consigo los cambios psicofísicos de la adolescencia.
De hecho, se vuelve importante poder diferenciarse de los padres y de la relación que tenían con el niño del pasado, para poder madurar una perspectiva personal de los adultos jóvenes.
Cambios en la adolescencia: la relación con los semejantes
Los cambios físicos y psicológicos de la adolescencia, como hemos visto, también se orientan hacia la construcción de nuevas relaciones. Los coetáneos tienen una importancia central a la hora de compartir estados de ánimo, intereses, pertenencias.
Su punto de vista es fundamental en la toma de decisiones y en la lucha de sentimientos, de los primeros enamoramientos. Son un "laboratorio social" activo, donde se experimenta el consuelo pero también la decepción, la traición, el conflicto. La amistad se convierte en apoyo y aventura, en la posibilidad de actuar y soñar junto al otro.
La sexualidad y los cambios durante la adolescencia
La formación de la identidad también incluye el desarrollo de la conciencia de la propia sexualidad y orientación sexual. El adolescente, a través de las sensaciones corporales en contacto con los demás, puede empezar a preguntarse si es homosexual, heterosexual, bisexual, y comienza a explorar contextos en los que puede conocer a personas con sus mismos intereses. Por este motivo, en esta etapa es importante que el adolescente ya haya recibido una buena educación afectivo-sexual.
La llamada “salida del armario", por la que se revela la "verdad oculta" a los padres, puede provocar en el adolescente sentimientos de culpa e incomprensión. Por otro lado, las expectativas no cumplidas del niño pueden provocar consternación, enfado y decepción, y crear problemas en la familia.
Posibles factores de riesgo en el bienestar psicológico de los adolescentes
Cuando todo cambia, el bienestar psicológico en la adolescencia se convierte en un elemento esencial que hay que cuidar. De hecho, los cambios en la adolescencia pueden ir acompañados de cambios de humor, emociones desagradables y problemas de comportamiento que pueden crear un verdadero malestar en el curso de la vida de un adolescente.
Entre los factores de riesgo para la salud mental de los adolescentes figuran, por ejemplo, los conflictos familiares (como las separaciones de los padres intempestivas) o las cuestiones no resueltas del pasado (como los malos tratos, la negligencia por parte de los cuidadores, pero también la enfermedad de un ser querido, la marginación, la pobreza).
Las criticidades latentes, en contacto con las vulnerabilidades de la adolescencia, pueden provocar trastornos internalizantes, como la depresión, o externalizantes, como el consumo de sustancias y los comportamientos desviados, hasta llegar a los gestos autolesivos.
La atención a los signos de posible malestar, por parte de la familia, la escuela y los contextos adultos de referencia, se convierte en un factor de prevención que permite actuar.
La falta de autoestima, la ansiedad, la agresividad, el miedo al rechazo, el sentimiento de soledad y vergüenza, pueden manifestarse como trastornos psicosomáticos o ataques de pánico. Entre los problemas más frecuentes en la adolescencia se encuentran:
- trastornos de la alimentación
- trastornos de ansiedad y depresión
- adicciones
- retraimiento social
- trastornos sexuales
A menudo, estos trastornos se producen en un contexto de problemas familiares, relaciones difíciles con los compañeros, malos tratos o acoso escolar o ciberacoso.
Adolescencia y problemas alimentarios
Los cambios en la adolescencia pueden dificultar la aceptación del cuerpo en plena transformación, sobre todo cuando la imagen que se ve en el espejo no se corresponde con la deseada, con los modelos difundidos por los medios de comunicación y con el ideal de belleza en boga en la sociedad. Esto puede llevar a trastornos relacionados con la imagen corporal, como la dismorfia corporal o la bigorexia.
Las influencias sociales, junto con las fragilidades del periodo adolescente, suelen ser terreno fértil para la aparición de trastornos alimentarios como los atracones, la anorexia y la bulimia, caracterizados por una relación disfuncional con la comida, una preocupación excesiva por el aspecto físico y el peso.
Depresión y cambios en la adolescencia
Los cambios psicológicos en la adolescencia, los personales, psíquicos y emocionales, la "pérdida" de la infancia, las transformaciones físicas y las nuevas formas de relacionarse pueden provocar una sensación de vacío y soledad que se traduce en sentimientos de impotencia y depresión.
El adolescente tiende a refugiarse en su mundo intrapsíquico con aparente desinterés, cuando no desprecio, por el mundo exterior y se retira a su habitación, cerrando la puerta a los demás. Tiene dificultades para concentrarse en sus estudios, no tiene ganas de hacer nada y se siente sin energía.
Puede tener trastornos del sueño, insomnio o, por el contrario, hipersomnia. Es frecuente la tendencia del adolescente a sentirse culpable e inadecuado en relación con las expectativas paternas y sociales. Los pensamientos recurrentes de autoevaluación pueden escalar hasta pensamientos de muerte. A veces, la depresión puede enmascararse tras estados de ánimo irritables e inquietud.
Adolescencia y adicciones
Los adolescentes pueden caer en las trampas de las adicciones, ya sean inducidas por sustancias o por comportamientos. El mecanismo de la adicción activa el sistema de recompensa del cerebro, que interviene en el refuerzo del comportamiento y la producción de recuerdos.
Esta activación es tan intensa que pueden descuidarse las actividades normales. Hay distintos tipos de adicción: drogadicción, alcoholismo, adicción al juego, adicción a la comida, adicción al sexo, adicción a internet, adicción emocional, compras compulsivas.
Las nuevas adicciones incluyen también la adicción a las redes sociales o internet, muy extendidas entre los adolescentes debido sobre todo al uso de videojuegos y smartphones, intensificado especialmente durante el periodo de la pandemia Covid-19.
Las tecnologías permiten mantener relaciones y contactos, seguir clases, informarse, tener motivos de entretenimiento. El riesgo es el abuso, que puede provocar distanciamiento, pérdida de contacto con la realidad y las emociones, a menudo canalizadas en los ritmos frenéticos y violentos de los videojuegos, donde es posible morir y renacer "sin que el cuerpo lo sepa".
Entre los factores de riesgo de las adicciones en la adolescencia, la desregulación emocional desempeña un papel destacado.
Cómo afrontar los problemas y cambios durante la adolescencia: consejos para los progenitores
La crisis de la adolescencia afecta a todo el sistema familiar. Los padres, que ya tienen que asumir los cambios personales asociados a la edad adulta, se enfrentan así a un cambio que conlleva una nueva crisis.
Deben fijarse nuevos objetivos de crecimiento, entre ellos hacer frente a los malentendidos sin sentirse derrotados. El adolescente espera que se le escuche y se le tome en serio, que se le acepte en sus defectos y se le apoye.
La importancia de poner normas y límites a los adolescentes es vital en esta etapa en la que el adolescente necesita confianza al mismo tiempo que una actitud flexible para poder negociar y comprender sus necesidades nacientes. Necesita aprender a tolerar la frustración de una mala nota en el colegio o de no haber conseguido clasificarse en una competición deportiva.
El papel de los padres, en estos casos, es crucial para no dejar que las decepciones y las expectativas de un podio se conviertan en escollos insoportables para el adolescente. Es importante mejorar el estilo de comunicación, respetar los silencios y utilizar el lenguaje con cuidado y con asertividad.
Cómo la terapia psicológica puede ayudar a un adolescente
Reconocer que uno necesita ayuda en un periodo crítico de la vida e ir al psicólogo, tal vez un experto en del adolescente, no suele ser fácil. Sin embargo, es el primer paso para descubrir nuevos recursos y proporcionar al adolescente herramientas útiles para su bienestar emocional.
La terapia ofrece una relación que es un espacio de escucha activa. En el entorno terapéutico, el adolescente puede abrirse, ponerse en contacto con sus necesidades, relatarse a sí mismo, expresar sus emociones y recibir apoyo, de modo que puedan florecer nuevas posibilidades.
Según la psicología de Gestalt, es importante reconocer y resignificar el síntoma del adolescente dentro de su familia. Por eso, es posible alternar los encuentros con el adolescente con otros junto a los padres, hermanos y otros familiares que deseen participar.
De esta forma será posible que el adolescente dé sentido a las vivencias, las comprenda, las acepte y siga adelante, eligiendo crecer.
Libros sobre los posibles problemas relacionados con los cambios en la adolescencia
Si quieres profundizar en los cambios psicológicos en la adolescencia, estas son algunas lecturas que pueden resultar de ayuda:
- ¿Qué ocultan nuestros hijos? de Javier Urra.
- El pequeño dictador de Javier Urra.
- Vivir con un adolescente: Entenderte con tu hijo es posible de Sonia Cervantes.