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Agorafobia: el miedo a los espacios abiertos

Agorafobia: el miedo a los espacios abiertos
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Unai Aso
Redacción
Psicólogo con orientación Cognitivo-Conductual
Unobravo
PUBLICADO EL
7.11.2024

Imagina sentir un miedo paralizante cada vez que piensas en salir de tu casa o cada vez que te encuentras en medio de una multitud, en un lugar del que crees que es difícil escapar. Este temor que te atrapa y te convierte en prisionero de ti mismo no es el argumento de una película de terror, sino la realidad diaria de quienes sufren de agorafobia, un trastorno que afecta su vida diaria.

Este trastorno de ansiedad, que se ha incrementado en los últimos años debido a la pandemia de COVID-19, puede transformar actividades cotidianas en auténticos desafíos difíciles de superar. Si alguna vez te has preguntado qué se siente al vivir con agorafobia o cómo ayudar a alguien que la padece, continúa leyendo.

A lo largo del artículo, hablaremos de la agorafobia, desde sus síntomas y causas hasta las estrategias más efectivas para su tratamiento.

¿Qué es la agorafobia? 

El significado de la palabra agorafobia proviene del griego "ágora", que significa mercado o plaza, y "fobia", que se traduce como miedo. Así, la agorafobia se traduce literalmente como "temor a los espacios abiertos o públicos".

A simple vista, podría parecer que el significado de agorafobia es el opuesto de la claustrofobia, un término cuyo significado etimológico se origina de la combinación del latín "claustrum" (espacio cerrado) y el griego "fobia" (miedo), y que significa "temor a los espacios confinados". Básicamente, en la claustrofobia la persona siente un intenso miedo a espacios cerrados. Sin embargo, la agorafobia y la claustrofobia también comparten similitudes, especialmente en lo que respecta a la ansiedad y al temor de perder el control.

También hay que evitar confundir la agorafobia con otros tipos de fobias que pueden compartir algunas características—y su raíz etimológica—, como la fobia a multitudes o enoclofobia, donde el temor se centra en estar rodeado de grandes grupos de personas (básicamente, es un miedo a las multitudes o aglomeraciones, como centros comerciales o conciertos); o la megalofobia, que es el miedo a objetos grandes. Aunque estas fobias pueden parecer similares, la agorafobia suele involucrar el miedo a no poder escapar o recibir ayuda en espacios abiertos o públicos.

Entonces, ¿cuál es la definición de agorafobia en psicología? De acuerdo con la Asociación Americana de Psicología, la agorafobia se describe como:

"Ansiedad relacionada con estar en lugares o situaciones de las cuales podría ser complicado o embarazoso escapar, o donde podría no haber asistencia disponible en caso de experimentar un ataque de pánico o síntomas parecidos al pánico (como, por ejemplo, el temor a sufrir un episodio súbito de mareo o diarrea)."

Síntomas de la agorafobia

Los síntomas agorafóbicos pueden ser tanto físicos como psicológicos, y su intensidad y duración puede variar de una persona a otra. A continuación, enumeramos los síntomas y características más comunes asociados con este trastorno mental.

Síntomas físicos de agorafobia

  • Palpitaciones del corazón: sensación de que el corazón late muy rápido o irregularmente.
  • Sudoración excesiva: sudar más de lo normal, sobre todo en situaciones que desencadenan la agorafobia.
  • Temblores: sacudidas o temblores incontrolables en las manos o en todo el cuerpo.
  • Náuseas o malestar estomacal: sensación de querer vomitar o tener problemas digestivos.
  • Dificultad para respirar: sentir que no se puede obtener suficiente aire o experimentar una sensación de asfixia.

Síntomas psicológicos de agorafobia

  • Ansiedad nerviosa: sentimientos abrumadores de nerviosismo o inquietud.
  • Miedo a perder el control: temor a no poder manejar la situación o a hacer algo embarazoso.
  • Evitación de lugares o situaciones: evitar activamente lugares o situaciones que desencadenan la agorafobia.
  • Sentimientos de desamparo: sensación de que no hay escapatoria o que nadie podrá ayudar en caso de una crisis.
  • Pensamientos obsesivos: preocupaciones constantes sobre enfrentar situaciones que podrían desencadenar los síntomas.

Si estás experimentando una combinación de estos síntomas físicos y psicológicos, podrías estar preguntándote "¿cómo saber si tengo agorafobia?" En ese caso, es importante que busques una evaluación profesional para un diagnóstico preciso. En algunos casos, el diagnóstico puede complicarse porque los síntomas pueden enmascararse, como ocurre, por ejemplo, en personas con autismo o durante el embarazo. 

Para una correcta evaluación de la agorafobia, los especialistas en salud mental, como los psiquiatras o los psicólogos, se apoyan en criterios diagnósticos específicos basados en el Manual Diagnóstico de los Trastornos mentales (DSM-5) o el manual CIE-10, y utilizan test y cuestionarios, como el Cuestionario de Pánico y Agorafobia o la Escala de Pánico y Agorafobia de Bandelow.

Algunos de los criterios diagnósticos incluyen: experimentar un miedo intenso a estar en situaciones de las que es difícil escapar o donde podría no haber ayuda en caso de un ataque de pánico; que el miedo o la ansiedad sean persistentes (durando generalmente seis meses o más) y que, además, interfieran significativamente con la vida cotidiana de la persona afectada.

La agorafobia es el miedo a salir de casa
Foto de MART  PRODUCTION (Pexels)

Tipos de agorafobia

Ahora que ya sabemos lo que es la agorafobia, vamos a ver qué tipos existen. La agorafobia es una enfermedad mental que puede manifestarse de forma leve, grave o extrema, en función de la severidad de los síntomas y de las situaciones que los desencadenan. 

  • Agorafobia leve: en este caso, la persona puede sentir un cierto grado de incomodidad en espacios abiertos o miedo a salir de casa, pero generalmente es capaz de enfrentar estas situaciones, aunque con cierta ansiedad.
  • Agorafobia grave: aquí, el individuo experimenta un nivel de ansiedad más elevado que puede limitar sus actividades diarias. Podrían evitar ciertos lugares como centros comerciales o el transporte público, pero aún pueden salir de casa para actividades esenciales.
  • Agorafobia extrema: en casos severos, la persona puede sentir un miedo a salir a la calle tan extremo que evita por completo hacerlo. El miedo a salir al exterior se vuelve incapacitante, interrumpiendo el resto de actividades diarias de la persona. En definitiva, la persona acaba desarrollando una fobia a salir a la calle. 

Las consecuencias de la agorafobia van más allá del ámbito personal. En muchos casos, la agorafobia puede requerir una consideración de incapacidad laboral, sobre todo cuando la dificultad para salir a la calle y la necesidad de trabajar son incompatibles. Si hablamos de agorafobia infantil o en adolescentes, este trastorno mental puede limitar gravemente la vida diaria de los menores, incluyendo la asistencia a la escuela y sus interacciones sociales.

Cabe señalar que la agorafobia puede llevar a complicaciones que afectan tanto la salud mental como la calidad de vida en general. El aislamiento social que genera puede desencadenar problemas adicionales, como la depresión y otros trastornos del estado de ánimo o el abuso de sustancias, ya que algunas personas recurren al alcohol o a medicamentos para aliviar su ansiedad. 

Además, la dificultad para realizar actividades cotidianas, asistir al trabajo o mantener relaciones sociales puede provocar un deterioro en la autoestima y generar una sensación de desesperanza. En casos graves, la agorafobia puede dar lugar a otros trastornos de ansiedad, como el trastorno de pánico o la fobia social, lo que aumenta la complejidad del tratamiento.

Ejemplos de agorafobia

Algunos de los pensamientos intrusivos que suelen acompañar a una persona agorafóbica son los siguientes:

“Me da miedo salir a la calle”

“Me da miedo salir de casa”

“Tengo miedo a estar en espacios abiertos”

“Tengo miedo a espacios grandes”

Los ejemplos de agorafobia pueden abarcar una amplia gama de situaciones y lugares que una persona podría evitar debido al miedo intenso y la ansiedad que experimenta.

Por ejemplo, las personas con agorafobia podrían evitar lugares concurridos como centros comerciales, no solo por el espacio abierto en sí, sino también por el temor a sentirse atrapados o sin una ruta de escape fácil en caso de un ataque de pánico. Este miedo a salir a espacios abiertos puede extenderse a otros lugares como estadios, parques o incluso supermercados. 

Además, el trastorno de agorafobia puede manifestarse en formas más extremas, como el miedo de salir de casa que puede llegar a ser paralizante. Cuando esto ocurre, la persona podría sentir que su casa es el único lugar seguro, lo que podría llevar a un aislamiento social significativo y afectar su calidad de vida de manera drástica.

También es posible que la agorafobia se manifieste en situaciones más específicas, como el miedo a viajar en transporte público, conducir largas distancias o incluso caminar por una calle concurrida. En estos casos, la persona podría tomar medidas extremas para evitar estas situaciones, como depender completamente de otras personas para el transporte o limitar sus actividades diarias de manera significativa.

Trastorno de pánico con agorafobia

La agorafobia con trastorno de pánico es una forma especialmente intensa de agorafobia que se caracteriza por la presencia de ataques de pánico en situaciones que desencadenan el trastorno. Este tipo de agorafobia va más allá del miedo al espacio abierto o a salir de casa; incluye también el temor a experimentar un ataque de pánico en un lugar del que sería difícil o embarazoso escapar. 

A diferencia de la agorafobia sin trastorno de pánico, donde el miedo se centra en evitar ciertos lugares o situaciones por la incomodidad que generan, la agorafobia con trastorno de pánico se distingue por el temor específico a los síntomas físicos y la anticipación de una crisis en público.

En este contexto, no es raro que las personas experimenten crisis de angustia con agorafobia o crisis de ansiedad con agorafobia. Estas crisis pueden manifestarse con síntomas como palpitaciones, sudoración, temblores y una sensación abrumadora de que algo terrible va a suceder.

Desde un punto de vista clínico, este tipo de agorafobia se clasifica a menudo bajo el epígrafe de trastorno de angustia con agorafobia en el DSM-V, y como trastorno de pánico con agorafobia en la CIE-10. Estas clasificaciones ayudan a los profesionales de la salud mental a determinar el mejor curso de tratamiento, que a menudo incluye tanto tratamiento psicológico como, en ocasiones, farmacológico, como veremos más adelante.

Agorafobia y fobia social

Es importante entender las diferencias y similitudes entre agorafobia y ansiedad social, ya que aunque ambos son trastornos de ansiedad, tienen enfoques y manifestaciones distintas.

La diferencia entre agorafobia y fobia social radica principalmente en el objeto o situación que desencadena la ansiedad. En el caso de la fobia social, el miedo se centra en el juicio o escrutinio social, no hay un específicamente una fobia a salir de casa, por ejemplo. Básicamente, las personas con fobia social temen ser juzgadas, avergonzadas o humilladas en situaciones sociales. Por otro lado, la agorafobia se relaciona más con el miedo a los espacios abiertos, a situaciones difíciles de controlar o a lugares de los que sería complicado o embarazoso salir.

Aunque son trastornos distintos, no es raro encontrar cierta superposición entre la agorafobia y la ansiedad social. Por ejemplo, una persona con agorafobia podría evitar espacios abiertos por miedo a tener un ataque de pánico y, al mismo tiempo, sentir ansiedad ante la idea de ser juzgada por los demás si tiene un ataque en público. De manera similar, alguien con ansiedad social podría evitar ciertos lugares o situaciones sociales por miedo al juicio, lo que podría interpretarse erróneamente como agorafobia.

Hay personas que tienen miedo a salir de casa
Foto de Alex Green (Pexels)

Causas de la agorafobia

Ya hemos visto qué es la agorafobia y cuáles son sus síntomas, pero ¿por qué se produce la agorafobia? Cabe señalar que existen varios factores de riesgo y desencadenantes que podrían explicar su origen y desarrollo. Veamos a continuación cuáles son:

Predisposición genética

Algunos estudios sugieren que la agorafobia puede tener un componente genético y causas biológicas. Si bien no se puede afirmar con certeza que la agorafobia es hereditaria, las personas con antecedentes familiares de trastornos de ansiedad tienen un mayor riesgo de desarrollarla y se calcula que dos tercios de los afectados tienen familiares que padecen lo mismo. Además, los familiares directos tienen un riesgo 3-4 veces mayor de desarrollar agorafobia en comparación con el resto de la población.

Experiencias traumáticas

Por otro lado, otra de las posibles causas de la agorafobia son las experiencias traumáticas. Situaciones de alto impacto emocional, como accidentes, violencia o situaciones extremas, pueden desencadenar miedo a lugares o situaciones similares, favoreciendo el desarrollo de la agorafobia. Las personas que experimentan eventos traumáticos a menudo desarrollan una mayor vulnerabilidad a la ansiedad, lo que aumenta el riesgo de desarrollar agorafobia. En particular, aquellos que han sufrido un ataque de pánico en un entorno específico pueden comenzar a evitarlo, temiendo la repetición de esa experiencia.

Personalidad y factores psicológicos

Algunos rasgos de personalidad y factores psicológicos también influyen en el desarrollo de la agorafobia. La baja autoestima, la dependencia emocional y la sensibilidad a la ansiedad incrementan el riesgo. Las personas con rasgos de personalidad dependientes o una percepción del entorno como peligroso son más susceptibles. La combinación de estos factores puede hacer que el individuo sienta inseguridad ante situaciones comunes, aumentando el riesgo de desarrollar miedo a espacios abiertos.

En algunos casos, un ataque de pánico previo en un lugar específico puede hacer que la persona evite ese lugar por miedo a que vuelva a ocurrir. Con el tiempo, este miedo puede generalizarse a otros lugares o situaciones, dando lugar a la agorafobia.

Estrés y hábitos de vida

El estrés prolongado o el haber crecido en un entorno sobreprotector también están asociados con la agorafobia. Las personas sometidas a estrés constante pueden volverse hipersensibles a cualquier situación que perciban como amenazante. Este patrón de sensibilidad, sumado a la falta de habilidades para gestionar el estrés, puede hacer que la persona desarrolle ansiedad en lugares públicos o situaciones donde sienta que no tiene el control. 

Tratamiento para superar la agorafobia

Vamos ahora con una pregunta clave: ¿la agorafobia se cura? Como cualquier otro trastorno de ansiedad, la agorafobia tiene tratamiento y muchas personas han conseguido decir: “yo superé la agorafobia”. A continuación, exploraremos diversas estrategias y tratamientos para combatir la agorafobia.

La terapia cognitivo-conductual (TCC) es una de las formas más efectivas de tratamiento para la agorafobia. Esta terapia ayuda a identificar y cambiar los patrones de pensamiento negativos que contribuyen a la ansiedad y el miedo. Además, la TCC enseña habilidades prácticas para reducir la ansiedad y mejorar el afrontamiento. En definitiva, muchas personas han encontrado alivio a través del tratamiento cognitivo-conductual para la agorafobia.

La terapia de exposición es otra técnica eficaz ampliamente utilizada en la agorafobia y otros trastornos de ansiedad. Se basa en enfrentar de manera gradual y controlada las situaciones temidas. Bajo la guía de un psicoterapeuta, la persona sigue una jerarquía de exposición, comenzando por situaciones menos ansiógenas y avanzando hasta las más desafiantes. Esta técnica permite una desensibilización progresiva, donde la repetición reduce la ansiedad (habituación) y ayuda al paciente a cuestionar (desconfirmar) sus creencias de peligro en estas situaciones. A lo largo del proceso, el terapeuta enseña técnicas de manejo de ansiedad, como la respiración controlada, para mejorar la capacidad de afrontamiento.

El tratamiento farmacológico también puede ser beneficioso en algunos casos. Los medicamentos como los antidepresivos y los ansiolíticos pueden ayudar a manejar los síntomas de la agorafobia. Ahora, es crucial que este tratamiento para la agorafobia sea supervisado por un profesional médico.

Además, existen ejercicios y técnicas de relajación que pueden ayudar a manejar los síntomas de la agorafobia. Practicar la meditación, el yoga o la respiración profunda puede ser beneficioso. También hay ejercicios específicos para combatir la agorafobia que un terapeuta puede enseñar.

Con todo, la ayuda de un psicólogo especializado en agorafobia es esencial para superar este trastorno. Un buen psicoterapeuta o un psicólogo online pueden proporcionarte el apoyo necesario y enseñarte las estrategias para vencer la agorafobia.

En resumen, la agorafobia se supera. Con el tratamiento adecuado y un enfoque proactivo, es totalmente posible superar la agorafobia y recuperar la calidad de vida

¿Cómo ayudar a alguien con agorafobia?

Más allá del tratamiento psicológico y farmacológico de un profesional, ¿qué podemos hacer para ayudar a una persona que no quiere salir de casa o que tiene miedo a salir a la calle sola?

Primero, es fundamental educarse sobre la agorafobia. Aprender todo lo que puedas sobre este trastorno psicológico te permitirá comprender lo que está experimentando tu ser querido, lo que a su vez te ayudará a ofrecer un apoyo genuino y efectivo. Es importante compartir lo que aprendas con otros miembros de la familia y amigos cercanos, para que también estén informados y puedan ofrecer su apoyo. No olvides que la paciencia y la comprensión son cruciales durante este proceso porque la recuperación puede llevar tiempo y es probable que haya altibajos en el camino. No presiones ni le hagas sentirse incómodo.

Por otro lado, el apoyo positivo puede ser un gran motivador. Celebra los pequeños logros, no importa cuán insignificantes puedan parecer, ya que cada paso adelante es un progreso. Ofrecer palabras de aliento y mantener una actitud positiva, incluso en los momentos difíciles, puede marcar una gran diferencia. 

Además, ofrecer acompañamiento a las sesiones de terapia si tu ser querido lo desea, y respaldar el plan de tratamiento, incluyendo recordarle las citas o la medicación, puede ser de gran ayuda. Otra opción es animarle a acudir a asociaciones de personas con agorafobia, como la Asociación Española contra la Ansiedad, Pánico y Agorafobia (AECAPA) o la asociación de Ayuda Mutua para los Trastornos de Ansiedad (AMTAES), en las que compartir experiencias con otras personas con el mismo trastorno.

Por último, puedes invitarle a leer algunos libros para superar la agorafobia, como “Diario de un agorafóbico” de Carl K. Robbins o “Agorafóbica perdida” de Juana Sánchez González, en el que comparte varios testimonios sobre este trastorno mental. También puedes recomendarle películas en las que aparece la agorafobia, como Copycat o Intruders.

Este contenido es de tipo divulgativo y no puede reemplazar el diagnóstico de un profesional. Artículo revisado por nuestra redacción clínica

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