La tercera edad se corresponde con la última etapa del ciclo de vida. Esta etapa se caracteriza por la ruptura del equilibrio presente en la etapa anterior y por la necesidad de afrontar el cambio de forma eficaz para volver a encontrar estabilidad. Para muchas personas es fundamental enfocarse en envejecer con éxito, lo que implica una adaptación positiva a los cambios físicos, mentales y sociales que ocurren en esta etapa.
En este artículo analizaremos los retos psicológicos de la vejez con una mirada sistémica que también nos hará reflexionar sobre el rol de los familiares.
Definición de vejez
La vejez representa un período que coincide con el deterioro corporal y cognitivo progresivo, pero su definición está influenciada por el contexto sociocultural en el que vivimos cada uno de nosotros.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud subraya que la fase senil no se identifica solo en función de la edad, sino también de los nuevos roles sociales como el hecho de ser abuelos o de pasar de ser trabajador a estar jubilado.
Los cambios principales
La tercera edad conlleva señales de identificación específicas que siguen su propio curso y varían de una persona a otra, de acuerdo a un tiempo y orden inespecíficos. Los cambios son tanto físicos como mentales.
Algunas de las señales físicas son:
- la lentitud psicomotriz progresiva,
- la curvatura postural gradual,
- el posible desarrollo de enfermedades orgánicas relacionadas con el aparato osteoarticular,
- las enfermedades crónicas como la hipertensión, los temblores, la sordera y la pérdida de movilidad y de autonomía, y
- la disminución del deseo sexual.
El cuerpo cambia y con él también lo hace la percepción que uno tiene de sí mismo. Aceptar estos cambios representa una tarea evolutiva importante y necesaria para el bienestar psicofísico de las personas mayores.
Los aspectos psicológicos
Además de estas señales, también hay que centrarse en las señales psicológicas que conlleva esta etapa. Diversos estudios confirman que la vejez, al igual que la adolescencia, requiere la estructuración de una nueva identidad no solo personal sino también social.
La transición a la tercera edad implica la aparición de una cantidad considerable de estrés que, si no se gestiona adecuadamente, puede transformar se principalmente en trastornos del estado de ánimo y de ansiedad. El estrés proviene de saber que tenemos que enfrentarnos a la realidad al mismo tiempo que cada vez tenemos menos autonomía y más necesidad de depender de los demás. Además de los centros como las residencias de mayores y los centros de día, la familia desempeña un papel fundamental.
En efecto, el deterioro cognitivo progresivo implica:
- problemas mnemotécnicos,
- desorientación espaciotemporal y
- problemas para gestionar los impulsos.
Todo esto no solo afecta inevitablemente a la gestión del día a día, sino que también implica a toda la red familiar (y social) de la persona.
La muerte
La muerte representa el evento crítico por excelencia. En este período, la reflexión sobre este tema cada vez ocupa un espacio más relevante y las emociones como el miedo, la preocupación y la ansiedad pueden irrumpir en la vida de las personas mayores y de los familiares.
La generación de mayor edad está llamada a hacer una autorreflexión sobre su pasado, lo cual requiere un esfuerzo mental considerable y un trabajo emocional muy importante. Los familiares desempeñan un papel esencial en este período de reflexión, ya que se convierten en contenedores emocionales, el lugar seguro en el que la persona mayor puede encontrar consuelo y atención.
Retos psicológicos
La jubilación y la enfermedad son los otros dos acontecimientos críticos. Por un lado, la jubilación supone la pérdida del rol social que la persona ha mantenido durante la mayor parte de su vida. Volver a encontrar su sitio dentro de la sociedad se convierte en una necesidad para esta generación, a fin de evitar que surja un sentimiento de inutilidad y vacío o una posible sintomatología depresiva y ansiosa, en los casos más graves.
Una forma útil de afrontar esta nueva etapa es mantener vivos los intereses que uno tiene, dedicarse a su familia y volver a encontrar una nueva manera de estar juntos, y realizar actividades de voluntariado. Un aspecto positivo es la cantidad de tiempo disponible para dedicarse al autocuidado.
Por otro lado, la enfermedad representa uno de los pasajes más delicados para las personas mayores y sus familias. Surgen tanto la necesidad de recibir ayuda y apoyo como la necesidad de ser autónomos, al igual que lo han sido durante la edad adulta. El reto principal de las personas mayores es el de aceptar ayuda.
Sociedad y familia
En la etapa de la tercera edad, los hijos son los que tienen que cuidar de los padres y los padres deben dejarse cuidar. Es necesario realizar un proceso de adaptación de todo el sistema familiar y la sociedad también desempeña un papel fundamental.
Actualmente, algunas residencias de mayores cuentan con un psicólogo que se encarga precisamente de acompañar a la familia y a la persona mayor en la búsqueda de un equilibrio psicofísico gradual. Por el contrario, de cara a la muerte, la tarea principal del anciano es la de aceptar la pérdida del cónyuge y prepararse para su propia desaparición, mientras que la de los familiares es la de afrontar el duelo compartiendo el dolor y aceptando la separación definitiva de su ser querido.
Compartir la experiencia del duelo es el primer paso hacia la reorganización del sistema familiar. A través del recuerdo se avanza hacia el proceso del duelo. La calidad de las relaciones favorece o complica la aceptación y el procesamiento de la separación.
¿Necesito ayuda?
La figura del psicólogo a domicilio resulta esencial cuando se trata con pacientes ancianos y frágiles, y con personas que padecen patologías como la enfermedad del Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, demencia y otras enfermedades degenerativas. En estos casos, también es posible beneficiarse de las intervenciones de la terapia asistida con animales (TAA), como muestra un estudio retrospectivo en el que se observa que los pacientes que se han sometido a la TAA presentan una mejora tanto de la función cognitiva como del estado de ánimo.
Si crees que te encuentras en una situación difícil emocionalmente, como un duelo o la llegada de esta etapa, no tengas miedo de hablar con un profesional de la salud psicológica, del mismo modo que pedirías una opinión médica en caso de sentir un malestar físico.
El apoyo psicológico en etapas tan delicadas como esta es fundamental para alcanzar el bienestar. Rellena nuestro cuestionario y solicita una primera consulta cognoscitiva gratuita con uno de nuestros psicólogos online. Juntos podréis definir el camino a seguir más adecuado para ti.