¿Qué es la inseguridad? La inseguridad es ese estado de ánimo provocado por el hábito de creer que no se puede, por la tendencia a imaginar futuros nefastos, malos finales, fracasos y desastres que desalientan los intentos y provocan así la derrota anunciada.
Tener una personalidad insegura se caracteriza por expectativas negativas que condenan a la persona que la padece, alimentando la espiral de desvalorización, limitando su autonomía y llevándola a perseguir continuamente confirmaciones de su sensación de inadecuación.
Podríamos decir que guarda relación con el síndrome de Casandra, esa tendencia a formular sistemáticamente profecías adversas sobre el futuro propio y el de los demás, para acabar realizando la catástrofe pronosticada. Pero, ¿de dónde viene la inseguridad y cómo puede superarse? La inseguridad y la autoestima están estrechamente vinculadas. Combatir la baja autoestima es posible en determinadas condiciones y persiguiendo el cambio a través del autoconocimiento y el autodescubrimiento.
Síntomas de inseguridad
La inseguridad es un mal insidioso, que se presta a la proliferación de otros problemas. Es responsable de retrocesos, de trenes perdidos y de voces ahogadas entre las que se callan muchas cosas. La inseguridad suele ir acompañada de lo siguiente:
- La tendencia a reprimir.
- La censura.
- La autoevaluación, que luego cumple sus pruebas en la realidad.
Tipos de inseguridad
La inseguridad hace que se desperdicien talentos y oportunidades, se convierte en la causa del autosabotaje y es una lacra en nuestras relaciones con los demás. Hay muchos contextos en los que se puede experimentar una sensación de inseguridad, que a veces puede llegar a ser patológica. Podemos sentir diferentes tipos de inseguridad y en distintas áreas de nuestras vidas:
- Inseguridad en el amor / en la pareja (se asocia con la contra-dependencia afectiva, la baja autoestima en el amor y ansiedad de rendimiento sexual).
- Inseguridad física, que a veces se traduce en malos y arriesgados hábitos alimenticios (cuando afecta a la apariencia física puede desarrollarse dismorfofobia.
- Inseguridad en el trabajo (miedo a no estar a la altura, miedo escénico...).
- Inseguridad emocional con uno mismo.
- Inseguridad femenina o, por el contrario, inseguridad con mujeres (a veces lleva a actitudes relacionadas con la misoginia y el rechazo a las mujeres)
- Inseguridad masculina o inseguridad con los hombres.
Pero, ¿cuáles son las causas de la inseguridad patológica?
Las causas de la inseguridad: creencias sobre uno mismo
Muchas personas han comprendido cómo las creencias propias influyen en su presente y su futuro. Todo pasa por el filtro de las expectativas y las predicciones.
Según la teoría de la disonancia cognitiva y la autopercepción, las personas cambian de actitud para alinearse con lo que profesan. En esta dirección van también el efecto expectativa y el efecto placebo, ambos basados en que ciertos resultados se modifican por las expectativas y creencias sobre ellos.
También merece la pena reflexionar sobre hasta qué punto el pensamiento se traduce en actitud y esta repercute en uno mismo y en los demás, hasta llegar a alterar sustancialmente la realidad. Es el caso del efecto Pigmalión, según el cual, si un profesor cree que un niño está menos dotado que los demás, tenderá a tratarle de forma diferente. Este juicio será interiorizado por el niño, que se dará cuenta.
Esto también es cierto en el sentido contrario. En el lado opuesto a las creencias negativas sobre las propias capacidades y el pensamiento de que el control de los acontecimientos no depende de uno mismo, sino de factores externos, se encuentra la percepción de autoestima y la de la autoeficacia, así como la creencia de que uno puede intervenir en los acontecimientos de su vida y cambiarlos.
Según el psicólogo Bandura, la autoeficacia es la creencia en la propia capacidad para producir determinados resultados de forma eficaz. Quienes la poseen se perciben a sí mismos como capaces de hacer frente a las dificultades, de manejar el fracaso y, al hacerlo, son más proclives a recibir comentarios sobre la eficacia de su gestión, así como el reconocimiento y la confianza de los demás, encontrando en estas actitudes remedios para la inseguridad.
¿Cuándo se convierte la inseguridad en patológica?
La premisa necesaria es que no existe una respuesta exhaustiva a esta pregunta. La personalidad se estructura gracias a la concomitancia de innumerables factores, es comparable a un vaso donde se depositan las experiencias, los encuentros y las vivencias, especialmente las traumáticas. Sin embargo, se puede afirmar con certeza que sus cimientos se asientan en la infancia por las figuras parentales y de referencia, a través de las normas, el pensamiento y el ejemplo.
La inseguridad patológica también fue analizada por el padre del psicoanálisis S. Freud, según el cual es en el superyó donde confluyen estos condicionamientos, estructurando así un "juez interior" que nos lleva a sufrir los efectos de la vergüenza y también una cierta "anestesia emocional".
Las normas y modelos transmitidos por los padres se interiorizan, proporcionando límites dentro de los cuales actuar y dando lugar a juicios y expectativas. A veces, este juez se convierte en un auténtico perseguidor, con el efecto de paralizar, provocar baja autoestima, depresión y generar inseguridad crónica.
Esto ocurre cuando los modelos de referencia son exageradamente estrictos. Es el caso de un padre perfeccionista o punitivo, que tiende a hacer hincapié en los errores del niño en lugar de valorar sus buenas acciones. Este acabará adaptándose a dicha educación, tratando siempre de no cometer errores para protegerse de una reprimenda, desarrollará una tendencia a no hacer y a retraerse y consolidará su convicción de que es propenso a cometer errores.
Inseguridad patológica: otras causas
Otros factores que contribuyen a aumentar la inseguridad y la percepción de fracaso son los objetivos inalcanzables y las expectativas excesivamente altas de uno mismo y de los demás.
El hábito del perfeccionismo, el miedo al rechazo y la fijación de objetivos difíciles de alcanzar son actitudes que generan miedo a defraudar las expectativas y a no completar la tarea fijada, desalentando la proactividad y provocando ansiedad por inseguridad. Cuando se tienen estas actitudes también es más probable que la persona desarrolle problemas como un complejo de superioridad para compensar inseguridades y subir la autoestima.
Cómo combatir la inseguridad
Fijarse un objetivo concreto y a corto plazo contribuirá a que la persona se sienta a la altura de la tarea y dispuesta a intentarlo, con lo que obtendrá probabilidades de éxito. Además, alimentar expectativas de perfección también expone a la persona a repetidas decepciones.
Las experiencias repetidas de fracaso alimentan la percepción de inseguridad y miedo, lo que conduce al tercer factor: las experiencias traumáticas de fracaso repetido. De hecho, es a través de la experiencia como nos evaluamos a nosotros mismos y predecimos el futuro; experimentar el éxito nos convence de que somos capaces de volver a tener éxito.
A veces, la inercia y la pasividad convergen en un miedo más complejo que adopta la forma de lo que E. Fromm define como "la huida de la libertad". Esta huida representaría la elección inconsciente de renunciar a perseguir los propios objetivos para permanecer en una condición infeliz.
La jaula dorada de la mediocridad permitiría rechazar la difícil responsabilidad de la propia vida, la de expresar lo mejor posible las propias capacidades, la de sentirse realizado. El miedo a ser feliz y a "emprender el vuelo" y la conciencia de que depende de uno mismo, lleva a algunos a huir de este camino de libertad, dejándolos enjaulados en su propio síntoma, en una perpetua y vana queja. Es el prototipo de lo que Fromm llama "el receptivo", quien acepta su papel sin luchar nunca por cambiar.
Superar la inseguridad: entre la aceptación y el cambio
Para cualquier persona que se escuche a sí misma, se abre un camino hacia el cambio. Ser tu propio e inestimable compañero de viaje es importante y para eso lo mejor es desarrollar los siguientes sentimientos:
- Autocompasión: hay que ser indulgente con uno mismo, no demasiado exigente ni duro. Saber reconocer la difícil tarea de existir y tomar conciencia de las herramientas y circunstancias, así como de los resultados, es fundamental para construir un enfoque saludable del problema.
- Autoconciencia: peculiaridades, límites, inclinaciones, sentimientos. Desarrollar la conciencia sobre todo de los propios automatismos, buscar sus raíces en el pasado, reconstruir la propia historia y darse cuenta de que una vez fueron funcionales y hoy ya no lo son. Readaptarse al aquí y ahora con las nuevas herramientas y condiciones.
Superar la inseguridad: a cada cual su camino original
Una vez adquirido este conocimiento, para superar la inseguridad es importante equilibrar dos procesos: la aceptación y la capacitación. Conservar cuando sea necesario, cambiar cuando sea posible.
Esta combinación armoniosa permite a la persona tener éxito en la principal tarea de la existencia: "darse a luz a sí misma", es decir, convertirse en lo que potencialmente es. Según E. Fromm, por muy dolorosa que sea la vida, uno puede hacerla agradable dándole sentido mediante la construcción de un yo auténtico.
Uno puede, por tanto, convertirse en una persona libre encontrándose consigo misma y con su potencial, sin esforzarse por el cambio que se convierte en autonegación y, al mismo tiempo, tener cuidado con la inercia y la pereza que hacen que nada cambie. La inseguridad patológica encuentra así en la psicología una interpretación clara de cuáles pueden ser las posibles soluciones para recuperar el bienestar.
El ser humano, como animal social, necesita la conexión y las relaciones con los demás, tiene la necesidad de sentirse parte de algo. Es un deseo de compartir que va en dirección opuesta al aislamiento y la alienación. En otras palabras, sentirse parte de un grupo, ya sea grande o pequeño, proporciona a la persona una sensación de seguridad y aprobación. La retroalimentación social positiva es un buen incentivo para aumentar la autoestima.
Esto es cierto en todos los ámbitos de las relaciones, incluido el que vincula la inseguridad y la dependencia afectiva en el amor (existen diversos tipos de dependencia emocional en la pareja). La pareja de la parte dependiente afectiva, que a veces puede estar en una situación de codependencia, experimenta la inseguridad de esta al sufrir:
- oscilaciones emocionales: cercanía y lágrimas constantes;
- necesidad de aprobación;
- sentimientos de culpa.
Son fruto, a su vez, de la necesidad de control de la pareja (posibles celos), de la falta de sentido del compartir y del diálogo, de fragilidades todas ellas causadas por la inseguridad.
Ayuda psicológica
Crear una vía para contar historias y compartirlas es un paso importante para "curar" la inseguridad, sobre todo cuando hablamos de una inseguridad patológica. Como hemos visto, la ansiedad provocada por la inseguridad psicológica puede afectar a la vida cotidiana más de lo que imaginamos. Por eso, ir a un psicólogo puede ser la solución. En Unobravo la primera consulta cognoscitiva es gratis y además puedes disfrutar de las ventajas de la terapia online ya que podrás hacer tus sesiones desde donde tú quieras.