El estrés es una respuesta normal de nuestro organismo, psicológica y fisiológica, frente a situaciones, tareas y eventos de la vida que percibimos como excesivos o peligrosos. Por sí mismo no es ni negativo ni positivo porque favorece la adaptación a numerosos estímulos que recibimos a diario:
- puede ser positivo (eustrés) cuando proporciona energía para una competición, un examen o un nuevo trabajo;
- puede ser negativo (distrés) cuando es persistente, se vuelve crónico y da lugar a la sensación de no ser capaz de afrontar la situación que lo ha provocado.
El médico austriaco Hans Selye, al que se considera como el padre de la investigación sobre el estrés, lo ha definido como síndrome general de adaptación (SGA): el organismo intenta reestablecer un nuevo equilibrio interno ante los estresores, es decir, los factores mentales, sociales y ambientales que provocan estrés.
Estrés y rendimiento deportivo: una cuestión de consciencia
El mundo deportivo, con sus entrenamientos diarios, la disciplina, los obstáculos, los fracasos, la frustración y las competiciones, polariza el estrés y premia a quien mejor lo gestiona. Por un lado, está el estresor y, por otro lado, están las características personales del atleta, que marcan la diferencia. En resumen, el hombre normal y corriente intenta enfrentarse lo mejor posible a los retos que le pone la vida, mientras que los deportistas están “profesionalmente estresados”.
El equilibrio activación-estrés
La psicología del deporte es la rama de la psicología que se concentra en los aspectos cognitivos y emocionales que pueden influir en el rendimiento deportivo.
Los psicólogos R.M. Yerkes y J.D. Dodson formularon una ley según la cual al aumentar la activación fisiológica o mental también se incrementa el rendimiento, pero solo hasta un cierto punto. Llegaron a la conclusión de que, para un atleta, el rendimiento óptimo se consigue a niveles intermedios de activación-estrés. Cuando los niveles de activación superan el punto límite, el rendimiento empieza a disminuir, sobre todo si la tarea es muy difícil. El famoso deportista Pietro Mennea lo explicó muy bien al afirmar lo siguiente:
“nuestro carácter es como un diamante; es una piedra durísima, pero tiene un punto de ruptura”.
No todos los atletas reaccionan igual al estrés
No todos los atletas reaccionan y gestionan el estrés de la misma manera:
- hay atletas con un “motor de gasolina”,
- otros con un “motor diésel” y
- otros que tiene un “motor híbrido”.
La relación entre el estrés y el rendimiento es diferente para cada uno de ellos, y aquí es donde entra en juego la consciencia. Para cada atleta, conocer su nivel de activación-estrés es fundamental, ya que esto le permite gestionar los entrenamientos, las pre-competiciones y las recuperaciones, y estudiar junto con su entrenador el mejor proyecto de crecimiento y desarrollo para el rendimiento.